Chicas... ¿jugamos?

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 14 Sep 2010 - 11:20

siiiii avi !!! Excitación

te toca ... :perfecto:

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 14 Sep 2010 - 15:04

Es uno de mis libros preferidos de McNaugt

Sigo, aquí les dejo un fragmento...

—Está usted maravillosa. Me gusta cómo le queda ese color —dijo.
—Usted también está bastante guapo, pero gracias. —En su cara se dibujó una sonrisa de malicia. —XY2 tendrá que emplearse a fondo para competir con una perfecta velada a la luz de la luna, con cena y vino en la terraza.
Si el collar le había molestado, la mera alusión a que XY2 pudiera estar simplemente sentado frente a ella en la mesa le provocó una sensación desagradable. La desechó lo mejor que pudo y sonrió.
—Si es tan amable de atribuirme el mérito del tiempo, XX., lo acepto. Encargué esta noche espléndida especialmente para usted.
—Si hay alguien capaz de que los elementos se dobleguen a sus deseos, es usted, XY. —dijo XX. entre risas, mientras aceptaba una copa de vino y rodeaba la base con sus finos dedos. —Me temo que me estoy malacostumbrando.
—Así es como debe ser. Las damas tan encantadoras como usted no deberían hacer nada más que decorar el mundo que las rodea.
Ella le lanzó una mirada con los párpados levemente entornados, y el brillo de los candelabros rivalizó con la luz de las estrellas para iluminar su cara y sus delicados hombros desnudos.
—Es usted muy galante.
—Con usted es muy fácil. —Con un gesto lánguido, XY. se llevó la copa a los labios y bebió un sorbo de vino.
—Me gustaría... —Ella se quedó callada, se mordió el labio y luego apartó la mirada un segundo. De pronto su perfil adoptó una expresión distante.
Él esperó, endiabladamente intrigado ante lo que ella estaba a punto de decir, confiando en que su habitual carencia de hipocresía la hiciera terminar. Como no lo hizo, insistió en voz baja:
—¿Qué le gustaría?
Ella se limitó a mover la cabeza y los rizos de su cabello le acariciaron el cuello.
—Estaba a punto de decir algo que estoy segura de que usted considerará alarmante e ingenuo, de manera que por una vez no seré tan franca.
Él dejó la copa en la mesa con deliberada tranquilidad.
—He descubierto que me gusta su falta de artificios. Dígame.
Ella le miró desde el otro lado de aquella mesa íntima, y separó los labios apenas un milímetro.
—Iba a decir que me gustaría que esto fuera real.
Tenía razón. XY sintió una corriente de alarma en todo el cuerpo. El problema era que no fue el impulso de desechar inmediatamente cualquier insinuación de relación romántica, sino una reacción mucho más inquietante: una pequeña parte de él, una que creía muerta y enterrada después de su experiencia con XY1., estaba de acuerdo con ella.
Para empeorar aún más las cosas, ella bajó los párpados solo un milímetro y se explicó:
—Me refiero a que si la ilusión es tan placentera, cuánto mejor sería si fuera...
XY agradeció inmensamente la aparición de su ama de llaves escocesa con el primer plato, que evitó que ella terminara la frase y a él le permitió no hacer ningún comentario. Mientras probaba la sopa desechó su inquietud al comprender lo que ella quería decir.
Al fin y al cabo, era él quien había organizado el escenario romántico y la atmósfera seductora. XY se creía inmune, pero tal vez aquel embrujo planeado de antemano estaba surtiendo efecto.

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 14 Sep 2010 - 19:31

no lo he leido... ni idea!! No sé

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 14 Sep 2010 - 20:23

También ando perdíaaaaaaa Joo

Besotes
Juana

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 14 Sep 2010 - 20:26

y yo.....cada dia en este juego se menos

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 14 Sep 2010 - 20:52

Una apuesta indecente de Emma Wildes?

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Mar 14 Sep 2010 - 23:02

Sí Mau, es ese libro Yupy!!

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Miér 15 Sep 2010 - 12:31

para uno que sabia, me lo lei hace poco y me gusto mucho, a ver cuando ponen el siguiente...

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Miér 15 Sep 2010 - 16:01

El rey continuó con sus demandas.
—¿Por qué no está muerta? —La señaló con el dedo en un ademán de desdén—. ¿Podéis decirme, milord de XY, por qué no habría de condenaros como un traidor, puesto que habéis fallado en vuestra tarea de matarla?
XY sonrió tenso.
—No deseo ver vuestras tropas reales rodeando LUGAR, milord, pero os lo ruego, escuchad.
Oh, ¡sí que era inteligente! Sabía exactamente qué decir para evitar que le cortasen el pescuezo.
—¡Decidlo de una vez, entonces! —contestó con rapidez el rey.
—Logré, efectivamente, dar con la señora en el lugar hacia donde había escapado. Abordé una embarcación para apresurar el viaje, pero precisamente cuando estaba por alcanzarla, el barco se desguazó en una tormenta. Por más de que os parezca extraño, cuando desperté, no recordaba nada salvo mi propio nombre, XY. Cuando desperté, lady XX estaba allí. Cuidó de mí mientras recuperaba mi salud.
—¿Entonces le has hecho vuestra esposa por gratitud? ¿Porque os rescató, porque os salvó? —Juan revoleó los ojos—. ¡Por el amor de Dios, XY, semejante tontería! He escuchado historias sobre que te habíais vuelto duro, amargado y cruel al perder a vuestra esposa, que solo os interesaba vuestro hijo. Cuando perdisteis vuestro pasado, ¿perdisteis vuestro poder, también? —Bajo la acusación de Juan, yacía un dejo de ácida mordacidad.
Los ojos de XX se abrieron de par en par ante tal desdeñoso enfrentamiento del rey. Se preguntó fugazmente cómo respondería él a tal burla.
No tuvo que pensarlo por mucho tiempo. Explotó en una risotada desenfadada.
—Nada de eso, Su Majestad. Cedí ante el dolor. La deseaba.
Tal declaración no era lo que ella esperaba. Estuvo a punto de volverse a mirarlo con asustada sorpresa. ¿Era eso verdad? Apenas aquel pensamiento se le cruzó por la mente, un poderoso brazo le rodeó por la espalda. Con el otro, XY deslizó con descaro un dedo que se aventuró por el borde del vestido, incluso adentrándose —¡no, justo entremedio!—, del valle de sus pechos.
«¡Bribón imprudente!», reaccionó XX con enfado. Se puso en guardia, puesto que la urgencia de estamparle un codazo en el vientre era inmensamente tentadora. ¡Si no fuera porque el rey estaba allí, lo habría hecho! Apretó los labios con una ira incontrolable. Al darse cuenta de ello, XY rio con burla y la sujetó con más fuerza junto a él.
Juan golpeó con fuerza contra el ornamentado y tallado brazo de la silla.
—¿Por qué entonces no os habéis acostado con ella y terminado el asunto? ¿Por qué demonios teníais que contraer matrimonio? ¡Ella tiene la sangre de su padre!
—Y mi descendencia —dijo él con suave deliberación.
XX se tambaleó. Pensó unas cien cosas mientras la mente le daba vueltas por la sorpresa. Horror. Incredulidad. En un lejano rincón de la mente, se maravilló de ser capaz de mantenerse erguida; quizás fuese por el hecho de que los dedos de XY se le incrustaban con dolor en el brazo. La mente maquinaba a toda velocidad. ¿Qué demonios estaba tramando? ¿Por qué había hecho tal declaración? Sin embargo, ahora, perpleja, entendió su advertencia de que no debía cuestionarle nada, discutirle nada.
Él dio un paso hacia atrás. Un esbozo de sonrisa se le dibujó sobre los labios. Le recorrió las formas con la mirada, deteniéndose en la hinchazón de sus pechos debajo del vestido en un descarado insulto. A pesar de sus mayores esfuerzos, XX se sonrojó.
—Era una doncella cuando la vi por primera vez —dijo casi con pereza. Sonrió más ampliamente. Tenía la mirada dura—. Pero no por mucho tiempo, ¿verdad, muchacha? Ah, sí… Vino a mis brazos de buen grado todas las noches durante mi recuperación.
XX sintió el rostro encenderse en una llama escarlata. «¿Cómo se atreve a tal cosa?», recriminó con furiosa indignación. Comenzó a arder por dentro. La provocaba. La provocaba de la manera más cruel, ¡y no había nada que ella pudiese hacer! Sabía que no la denunciaría; no ante el rey. El temor por su propia vida la hacía callar, puesto que no podía predecir qué haría el rey si se enterara de la verdad, de que ella no llevaba un hijo suyo. ¡Dios santo! ¡Un hijo suyo!
Él tampoco había acabado.
—Me atrevo a decir que tenéis buen ojo para las buenas doncellas, Su Majestad —continuó con aire risueño—, y yo también. Miradla, milord. Es un bocado tentador, y uno muy delicioso. —Lentamente, comenzó a caminar en círculos alrededor de ella. Todo el tiempo, una sonrisa enloquecedora se le dibujaba en los labios—. ¿Cabe alguna duda de que la llevaría a mi cama? ¿O debería decir, a su cama…? La toqué a mi antojo —continuó sin rodeos—. La deseaba y la tomaba. Si tenéis alguna duda, Su Majestad, solo debéis mirarla para ver la verdad, para saber que se acostó conmigo. Cuando me hube recuperado, descubrí que no estaba dispuesto a dejar de percibir tales… noches placenteras. La traje conmigo a LUGAR, y fue entonces cuando recordé mi misión. Pero, para ese momento, ya había notado que estaba encinta. No podía darle muerte —concluyó, encogiéndose de hombros.
XX apenas podía creer lo que estaba escuchando. Una vergüenza ardiente le recorrió el cuerpo. «¿Cuándo terminará esta pesadilla?», se preguntó con dolor. Oh, pero él era el maestro de la astucia… el maestro del engaño, puesto que las mentiras le brotaban de los labios con facilidad. Detrás de la irritante sonrisa, se escondía un hombre que ella no conocía. Peor aún, detectó un torrente de algo que bullía. Algo oscuro y peligroso… El burlón pilluelo de la cabaña, el tierno hombre que la tomaba de la mano durante la noche, quizás nunca estuvo allí.
Se había detenido tras ella ahora, tan cerca que podía sentir los movimientos ondulantes de su pecho al respirar.
Se oyó sonora la voz por encima de su cabeza.
—Veréis, milord, el dilema al cual me enfrentaba. Darle muerte a ella, habría sido matar a mi propio hijo. Y eso era algo que no estaba preparado para hacer… y no lo haré. —Se movió tan rápidamente que ella casi lanza un grito. Una mano le apretó el vientre de repente, empujándola junto a él. Estiró los dedos, «como si le perteneciera», decidió con amargura. Como si no fuese otra cosa que una posesión suya.
Con deliberación, se mantuvo firme, haciendo un esfuerzo por alejarse. Por un instante, la mano sobre la barriga se endureció. Luego, de manera abrupta, la quitó.
XX había separado las piernas levemente.
—No tendré un hijo bastardo, Su Majestad —dijo con un distintivo dejo de dureza—. No tuve otra opción que contraer matrimonio con ella.

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Miér 15 Sep 2010 - 17:43

por dios!! no tengo ni idea!! pero definitivamente quiro leer este libro!!!!!!!! Excitación

apurence chicas!!!!!!!!!

Excitación

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Miér 15 Sep 2010 - 23:03

en cuanto lo hacierte y salga el nombre lo leo

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Jue 16 Sep 2010 - 0:55

ûes es un libro muuuu liiindooo para la que les gustan los medievales...

A media tarde, descendió las extensas escaleras hacia la planta baja. Atravesó el patio, saludando a algunos de los sirvientes con un movimiento de cabeza, llamando a algunos por su nombre. Lynette le había presentado a varios, y la cabeza todavía le resonaba con tantos nombres y rostros. Le llevaría un tiempo aprendérselos todos.
Bordeó un carro que se encontraba frente a una angosta entrada, pero de repente, un saco cayó del extremo del carro ante sus pies. XX se agachó para volver a colocarlo en su lugar, pero súbitamente una mujer atravesó la puerta corriendo.
—¡No, señora! ¡Permitidme! ¡Una mujer en vuestro estado no puede levantar peso!
La mujer forcejeó con el saco. Luego, lo depositó de nuevo sobre el carro. Se secó las manos y giró hacia XX con una amplia sonrisa en los labios.
—El señor ha anunciado a todos los sirvientes lo del bebé, señora. —Antes de que XX pudiese decir palabra, la mujer le tomó de la mano y se acercó rápidamente—. Ah, estoy feliz por vos, señora. Mi esposo y yo tenemos seis mozuelos, y no hay como la bendición de un niño. Os deseamos la mayor de las felicidades, milady. —Hizo una reverencia y se marchó agachada por la puerta.
XX se sentía mortificada. ¡Dios mío! Había caminado alegremente entre todas esas personas durante todo el día. Y todos ellos creían… ¡Ay, Dios! ¿Cómo podría volver a caminar con la cabeza alta?
Una sombra la cubrió. XX supo, incluso antes de girar sobre sus talones, quién estaba detrás de ella. Sin decir palabra, la tomó del codo y la llevó hacia un lugar donde estuviesen solos.
XX se soltó de él de un tirón en el instante en que se detuvieron.
XY inclinó la cabeza.
—Confío en que tienes algo que decir, esposa mía.
Ella enderezó los hombros y le miró directo a los ojos. No recordaba estar así de furiosa en toda su vida.
—¿Ha oído? —le preguntó de forma cortante.
—Sí. —Con las manos detrás de la espalda, estaba completamente perplejo.
XX le recorrió con la mirada desde el cabello negro, despeinado por el viento, hasta la punta de las sucias botas.
—Pues bien —le dijo con tono mordaz—, la opinión que tiene de usted mismo nunca disminuye, ¿no es verdad? Parecería que está por encima de todos los otros hombres al anunciarles que esperamos un niño, en especial cuando aún no ha plantado su semilla.
—Y debo agregar que, para que pueda concebirse un niño, una mujer debe acostarse con un hombre.
XX lo miró con brusquedad.
—¡No necesito que me lo recuerde!
Él enarcó una negra ceja.
—¿Por qué afligirse? El rey cree que estás embarazada. ¿Qué sucederá si regresa y lo menciona? ¿Tendrás a todos expectantes? Él podría fácilmente adivinar la verdad, que no ha concebido antes de nuestro matrimonio. Y los hombres del rey lo sabrán también.
XX tembló. Los hombres del rey, Stephen y Alexander, estaban de pie cerca del cuartel, fornidos y barbudos. Tenían los pulgares metidos entre los cintos de sus espadas.
Como siempre, XY tenía una respuesta lista en la punta de la lengua. XX maldijo el desparpajo de la lengua de su marido; sin embargo, en verdad, debía asumir que tenía razón. Pero, de repente, el corazón le dio un respingo…
—¿Qué sucederá si soy estéril? —preguntó con dificultad.
XY agudizó la mirada. Casi podía ver cómo el temor le invadía. En verdad, era algo que había olvidado tener en cuenta.
Sin saber qué contestar, fingió una indiferencia que no sentía en absoluto.
—Entonces ambos estaremos condenados a morir en el infierno. Pero reconfórtate: al menos estaremos juntos, marido y mujer.

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Jue 16 Sep 2010 - 1:00

lo quiero leer!!!!!!!

Excitación

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Jue 16 Sep 2010 - 1:11

Mónica McCarty?? Pensar

Besotes
Juana

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Jue 16 Sep 2010 - 1:37

Nop, Juana, no es la autora

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Jue 16 Sep 2010 - 15:23

Maryss28 escribió:: lo quiero leer!!!!!!!

y yo !!!

Que alguien lo adivine , por favor.. Sadwalk

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Jue 16 Sep 2010 - 17:36

por tirar fruta....jo beverley??? ella escribe mucho con ambientacion medieval.... Juntar dedos

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Vie 17 Sep 2010 - 1:48

Tampoco es esa autora, Maryss

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Vie 17 Sep 2010 - 12:45

Un corazón puro de Samantha James risa malvada

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Vie 17 Sep 2010 - 14:37

tengo ese libro que dices Ampa!!!!!
pero sin leer asique si es ese le pondre para leer prontito

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Vie 17 Sep 2010 - 18:57

Siiiiii, es ese Ampa!!!! Es un libro muy lindo, el segundo de esta autora que leo, voy a seguir buscando libros de ella porque los dos me parecieron muy lindos

Tema: Re: Chicas... ¿jugamos? Sáb 18 Sep 2010 - 21:03

"Hay tantas cosas que espero enseñarte, pequeña. Y espero hacerlo predicando con el ejemplo, pero también siento la necesidad de ponerlo por escrito. Es una manía mía, una que espero que descubras y te parezca graciosa cuando leas esta carta.
Sé fuerte.
Sé aplicada.
Sé concienzuda. Y eso nunca se consigue escogiendo el camino fácil. Excepto, claro, cuando el camino ya sea fácil de por sí. A veces, sucede. En tal caso, no te busques uno nuevo más complicado. Sólo los mártires van a buscar los problemas de manera deliberada.
Quiere a tus hermanos. Ya tienes dos y, si Dios quiere, vendrán más. Quiérelos mucho, porque llevan tu sangre y cuando dudes o tengas problemas, ellos serán los que estarán a tu lado.
Ríete. Ríete mucho y con ganas. Y, cuando las circunstancias pidan silencio, convierte la risa en sonrisa.
No te conformes. Descubre lo que quieres y persíguelo. Y si no sabes lo que quieres, ten paciencia. Todas las respuestas llegarán a su debido tiempo y verás que tus deseos han estado ante ti todo el tiempo.
Y recuerda, recuerda siempre que tienes un padre y una madre que se quieren y que te quieren.
Ahora mismo estás un poco nerviosa. Tu padre está haciendo unos ruidos muy extraños y si no me voy a la cama enseguida se va a enfadar.
Bienvenida al mundo, pequeña. Estamos todos encantados de conocerte."

(xx), a su hija recién nacida.

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