Sinópsis:
Una historia de amor y segundas oportunidades en la Norteamérica del siglo XIX.
Norteamérica, finales del siglo XIX.
Sarah y Chris Engels, recién casados, abandonan su Wyoming natal para viajar al norte, al valle del Yaak, (Montana) e iniciar una nueva vida llena de amor y felicidad. Pero a menudo el destino tiene otros planes muy distintos. En medio de la noche se sucede un terrible incidente y la felicidad de los recién casados se verá truncada para siempre.
Preston Moore es un trampero licenciado del ejército tras la guerra de secesión, un hombre joven, solitario y de noble corazón que lleva ocho años viviendo en las montañas con la única compañía de su sabueso y su caballo.
En una tierra inhóspita, donde la naturaleza agreste, los depredadores y el frío invierno suponen un desafío diario, dos corazones heridos tendrán que aprender a sanar sus heridas para poder coexistir.
¿Concederá la vida una segunda oportunidad a dos almas perdidas destinadas a salvarse mutuamente?
Opinión:
Es una historia muy sencilla y muy intensa, con sólo dos protagonistas muy bien construidos y que se ambienta maravillosamente en un hinóspito Valle del Yaak en Montana en el siglo XIX. Una pequeña gran historia de superación y segundas oportunidades.
No conocía a la autora, por lo que lo primero que me sorprendió fue su estilo, muy particular, barroco y con una forma de describir que me ha transportado con mucha facilidad a esa historia que ha construido, que como he dicho antes muy intensa y muy etérea (demasiado tal vez), donde comienzas con un gran sufrir que por suerte te compensa. La historia se fragua a fuego lento, lo que siempre me gusta en las relaciones, y los protagonistas me han encantado aunque me hubiera gustado saber más de ellos, del después, un epílogo tal vez y es que se me ha hecho corto.
Desde luego la recomiendo, es siguiendo su titulo, un caramelito muy dulce que cuando vas llegando al final sale ese líquido más dulce todavía y que lo hace exquisito y te deja buen sabor.