Amor de nueve a cinco de Emma Darcy
Ambos sabían que, si cruzaban la frontera de la relación profesional, ya no habría vuelta atrás. Liz Hart se enorgullecía de ser una buena secretaria: eficiente y casi invisible para su jefe. Sus hermanas, sin embargo, estaban hartas de que le gustara pasar desapercibida, así que decidieron transformarla y, aunque ella no lo reconociera, estaba entusiasmada con el resultado. ¿Lo notaría también su guapísimo jefe?
A Cole Pierson le extrañó ver a una desconocida en el puesto de su secretaria, pero entonces descubrió que se trataba de Liz, que de la noche a la mañana, se había convertido en una verdadera diosa. Iba a resultarle muy difícil trabajar junto a ella, sobre todo ahora que tenían que marcharse juntos de viaje.