(tenia que ser una de ellas y ya habian pasado demasiados libros.... Si me preguntas, creo que sera Tatijana, la mas debil de las dos... no se pero es que me late)

Las nuevas emociones eran difíciles de controlar; él había sido amigo de Demyan. Ellos habían viajado juntos durante un tiempo, batallando al enemigo, matando cualquier vampiro que viniera por ellos. El dolor subio, intenso, agitándolo por un momento. La familia Tiranul había sido famosa por ser habiles maestros espadachines, y él estaba seguro que Demyan nunca dejaría del todo su amor de la espada. El no-muerto inclino su cabeza.
“Yo veo que estas fingiendo y estos imbéciles no te han reconocido” La voz era mesmerizante. Baja.
Dominic se había olvidado del poder en la hipnotizadora voz. Él cambió sus rasgos, escondiendo cada cicatriz para parecerse al hombre que Demyan recordaba.
Dominic sabia que había sido un hombre guapo bao cualquier norma, por mucho tiempo antes de que él se hubiera quemado en la lucha para salvar al príncipe. Él permitió a su largo pelo negro fluir pulcramente abajo su por su espalda en una coleta, atado con un cordón de cuero delgado, siempre un arma por si la necesitaba.

Los hermanos de Malinov habían juntado un ejército que consistia en jaguares, humanos y vampiros. Ellos tenían un plan y habian logrado una semblanza de disciplina entre sus tropas. Para Dominic, la disciplina era de todas la mas problematica. Él miró a los vampiros desaparecer dentro del edificio antes de que extendiera sus alas y finalmente tomó al cielo para encontrar a Etienne. El vampiro no estaría regresando a su amo, pero podia ser Dominic quien contribuyera a la reputación de feroz de Zacarias.

El águila arpía cortó a través del dosel con velocidad asombrosa, moviendose rapido para cubrir la distancia antes de que Etienne encontrara el lugar de descanso de Zacarias. Dominic supo que el cazador tenía varias casas apostadas en el área. Era posible que él hubiera ido a uno de ellas.
Los Hermanos De La Cruz habian establecido siglos atras una relación con una familia humana que los guardaba durante el día, cuidaba de sus tierras y ayudaba a mantener la ilusión de que ellos eran humanos. Ellos habían construido un imperio, sus ranchos ganaderos de gran renombre, pero sus enemigos a menudo perseguian también a los miembros de la familia. Zacarias tendrían fuertes salvaguardas, pero si el vampiro lo rastreara a su casa, los humanos estarían en el peligro. A esta hora, Zacarias estaría fuera cazando.

“¿Dónde esta Etienne?” exigió Giles.
“Él estaba buscando huellas, esperando averiguar a dónde pudo haber ido Zacarías.”
“Stupide! Imbécillité!” Giles siseo su descontento. “Él no tiene ninguna posibilidad de matar Zacarías. Ya está muerto” Con una ola de aversión, Giles escupió en la tierra. Los parásitos blancos diminutos se menearon y retorcieron.
“Los otros deberán estar aquí en unos días” dijo Beau, esperando que Giles
claramente apreciaría un cambio de tema “Si nosotros hemos perdido a Demyan y sus seguidores, entonces debemos prepararnos para continuar con los planes. Estoy aquí para representar a los amos. Necesitamos organizar a la gente para una marchar en contra el príncipe. Él debe ser puesto de rodillas”

Ella tragó con dificultad y levantó la vista a Dominic.


En seguida sus ojos azules atraparon su mirada y la sostuvieron cautiva. La sonrisa de él era tierna, sólo para ella, como si él estuviera leyendo su mente y supiera cuanto aborrecía ese simple acto, supiera que ella estaba al borde de huir y que era sólo el puro poder de su personalidad lo que la mantenía allí.

Él acercó el cuerpo de ella contra el suyo, de espaldas a el, una mano simplemente descansando bajo sus pechos, su sujeción tan suave que ella no comprendió al principio que estaba atrapada contra él, sujeta firmemente por su enorme fuerza, incapaz de separarse si quisiera. Su otra mano, despacio pero inexorablemente, estiró el brazo de ella fuera, hacia Zacarías, en una invitación.

- De su muñeca, y sé gentil - avisó Dominic.

Solange sintió estremecerse de nuevo cuando el macho cárpato se colocó mas cerca. Dominic dobló su cabeza y le susurró suavemente en su propio idioma:

- Solange. Emnim. El Tõdak pitäsz wäke bekimet mekesz kaiket. El Te magköszunam nä el _ama_ kac taka arvo. Solange. Mi mujer. Sabía que tenías el valor para enfrentar cualquier cosa. Gracias por este regalo inapreciable.

Su aliento era cálido en su cuello, y él apretó sus labios encima del pulso frenético. Sus dientes rasparon de un lado a otro, amable, más seductor, haciendo que el latido de su corazón se acelerara, su respiración saliendo en ásperos jadeos. Ella era consciente de él con cada célula de su cuerpo.

Solange cerró sus ojos y absorbió el sonido de su voz, el placer en él, la manera en que la hacía sentir como si supiera que ella estaba alimentando al otro macho sólo por él. Solo para él. Ella nunca podría haberlo hecho sin tener su voz seductora en su oreja, o su cuerpo duro contra el suyo.

Se sentía como si ella estuviera dándose a él, dándole todo lo que ella era, y todavía era otro hombre quien tomaba de su muñeca.

En el último segundo, cuando la caliente respiración tocó su piel y ella vio la longitud de esos colmillos, el pánico la dominó y estuvo a punto de apartar lejos el brazo; pero antes de que pudiera moverse, Dominic hundió sus dientes en su cuello y el chocante dolor se convirtió al instante en un placer tan intenso que lloró, su cuerpo reaccionando con un mar de puro fuego. Ella había experimentado el ardor de su felino muchas veces, un paseo completamente físico que no la tocó más allá del lo abstracto. Pero esto… esto lo abarcaba todo. Cada nervio se sentía crudo de deseo.

Su útero se contrajo con espasmos. Calor se elevó entre sus piernas y sus pezones se apretaron en crestas duras, desesperadas. El fuego quemó su piel, en su interior, puro como oro fundido a través de su cuerpo hasta que ella se retorció contra él, incapaz de controlarse. Solange, que tenía tanto control. Solange, que despreciaba a los hombres, estaba dándose a si misma en cuerpo y alma a este el hombre y a sus necesidades… no sólo a sus necesidades, a cada deseo que él pudiese tener. Un sollozo pequeño escapó.