—¿Alguna vez has estado en nuestra casa, John?
Cuándo John negó con la cabeza, el poli le dio una rápido recorrido, y quedó claro que el Pit era una central varonil. No había muchos muebles, pero si había muchas bolsas de gimnasio, y una legión de botellas de escocés y vodka. La mesa del futbolín era simplemente el detalle perfecto. Así como la enorme televisión de alta definición y el increíble banco de ordenadores que había en el sala de estar. El lugar también olía genial, todo humo, cuero y after-shave.
Butch se dirigió al vestíbulo.
—Ese es el dormitorio de V.
John echó un vistazo a través de la puerta y vio una cama inmensa con sábanas negras y ningún cabecero. Por todas partes había armas y libros gruesos, como si fuera una especie de biblioteca tomada por un escuadrón de marines.
—Y este es el mío.
John entró en un dormitorio más pequeño… que estaba abarrotado de ropa de hombre. Los trajes y las camisas colgaban de percheros con ruedecillas. Había corbatas y zapatos por todas partes, y encima de la cómoda había fácilmente cincuenta pares de gemelos. Era como estar en el interior de una tienda. Una tienda muy, muy cara.
—El cuarto de baño es todo suyo. Hay toallas limpias detrás del lavabo. —Butch tomó un pequeño vaso de cristal con escocés de la mesilla de noche y se lo llevó a los labios—. Y también deberías pensar en ese tatuaje. El lugar donde voy es de primera categoría. Te tintarán bien.
—¿Hey poli estás tratando de corromper a un joven?
John miró hacia la puerta. En el umbral había un hombre inmenso con perilla y tatuajes en el rostro. Tenía un par de pantalones de cuero, una camiseta negra y un guante en una mano, sus ojos eran de un blanco diamantino igual a un husky y los bordes alrededor de los irises eran súper azules.
Al mirarlo fijamente, a John le vino una palabra a la mente: Einstein. El tipo rezumaba coeficiente intelectual… era por los ojos, esos penetrantes y fríos ojos.
—Este es mi compañero de habitación, Vishous. V, este es John.
—¿Qué hay? He oído mucho acerca de ti. —El tipo le ofreció la palma y John la estrechó.
—Y en cuanto al tatuaje —dijo Butch—, tiene edad. ¿Correcto? Veintialgo.
—Debería esperar. —V se giró hacia John y empezó a hablar por señas. Perfectamente. Si acudes con un humano para hacerte uno antes de tu transición, se va a distorsionar cuando pases por el cambio. Luego desaparecerá progresivamente en un mes o dos. Sin embargo si esperas, te haré el tatuaje que tu quieras y lo haré de forma que sea permanente.
John sólo pudo parpadear. Luego dejó caer la mochila y gesticuló.
Guau. ¿Eres sordo?
Nop. Oí decir a Tohr que así era como te comunicabas, así que la otra noche lo aprendí por mi cuenta. Imaginé que tarde o temprano nos encontraríamos.
Como si aprender un idioma entero no llevara un esfuerzo notable.
—Oye, me estoy sintiendo un poco excluido aquí.
—Solo le daba al hombre un pequeño consejo.
John silbó para llamar la atención de V. ¿Podrías preguntarle a Butch que va a tatuarse?
—Buena pregunta. Poli, ¿qué vas a hacerte esta noche? ¿A Piolín en tu culo?
—Voy a añadirle algo a uno viejo. —Butch fue hacia el armario y abrió las puertas, se quitó la bata quedándose solo con un par de bóxer negros—. Qué me pongo…
John trató de no quedarse mirando fijamente pero falló. El poli tenía un físico trabajado. Hombros grandes. Gruesos músculos en forma de abanico estallaban en su columna vertebral. Los brazos estaban esculpidos. No era tan inmenso como un vampiro como Tohr, pero era fácilmente uno de los humanos más grandes que John jamás había visto.
Y a lo largo de toda la parte baja de la espalda tenía un tatuaje. Hecho en tinta negra, la pauta geométrica abarcaba mucho espacio. Era una serie de líneas… no, era una cosa numérica. Grupos de cuatro líneas con una barra diagonal. Tenía cinco y una línea solitaria. Veintiséis.
V señaló la mochila de John.
—Oye, chico, tu mochila está chorreando. ¿Tienes champú o alguna mierda de esas ahí adentro?
John sacudió la cabeza y luego frunció el ceño cuando vio la mancha en una de las esquinas. Se acercó y abrió la cremallera. Había algo en su ropa, algo blanco, opaco…
—¿Qué demonios es eso? —dijo V.
Oh, Dios… ¿Había alguien…?
Butch apartó a John de un codazo, metió la mano dentro de la sustancia, luego levantó los dedos y se los llevó a la nariz.
—Acondicionador. Acondicionador de cabello.
—Mejor eso que lo que pensé que era —murmuró V.
Butch alzó los ojos color avellana.
—¿Es tuyo, J-man? —Cuándo John sacudió la cabeza, el poli preguntó—: ¿Tienes problemas en la escuela de los que no hablas?
La expresión del hombre era amenazadora, como si estuviera preparado para ir a la caza de quienquiera que estuviera jodiendo a John y a sus cosas para clavarlos contra el suelo como si fueran el asta de una tienda. Y por un momento, John se entretuvo con una pequeña y feliz imagen de Butch propinándole a Lash una buena y luego metiendo al tipo en un armario.
Pero no tenía ninguna intención de que otra persona resolviera sus problemas.
Cuando negó con la cabeza, Butch entrecerró los ojos y miró a V. Quien asintió una vez.
Luego Butch fue todo sonrisas, asumiendo una actitud absolutamente despreocupada
—Llamaré a Fritz y él limpiará tu ropa. Y no te preocupes, te encontraremos algo que ponerte esta noche. No hay ningún problema.
John miró a V, sin tragarse el no-pasa-nada en la expresión del poli.
Dile que no es nada. Dile que me las puedo arreglar solo.
V solo sonrió.
—Butch ya lo sabe, ¿verdad, poli?
—¿Qué no pasa nada y que él se ocupará de ello? Sí, lo sé, J-man.
Pensé que no comprendías el lenguaje por señas.
Butch sacudió la cabeza.
—Lo siento, aún no he aprendido a leer las manos. Pero conozco a los imbéciles, hijo. Como he dicho, no te preocupes por nada.
El hombre mantuvo la sonrisa y la expresión enteramente agradable. Como si fuera a disfrutar al llegar al fondo del problema.
John miró a V buscando ayuda. Pero el vampiro solo cruzó los brazos sobre el pecho y volvió a asentir en dirección a Butch. Totalmente de acuerdo con el plan.
Cualquiera que fuera el plan
Oh, mierda.