Quien una vez fuera un mortal con una amada familia, William Cuyler Thorne, es ahora un vampiro a la caza de sangre y mujeres hermosas. Tiene la tapadera perfecta como ilustre ciudadano de la sociedad de Savannah.

Pese a haber sido derrotado, Reedrek, el despiadado vampiro del Viejo Continente que trató de destruir a William, cuenta aún con sus seguidores, quienes no cejarán hasta lograr enfrentarse en una guerra total.

Para defenderse de esta viciosa banda de chupasangres europeos, William organiza una poderosa tropa de vampiros que incluye al atractivo Jack, a la nueva y recientemente convertida compañera de William, la seductora Eleanor, y a un pretencioso aspirante de nombre Werm.

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Continuando por donde se quedó el primer libro de la serie, William se enfrenta al reto de organizar a los vampiros del nuevo mundo para protegerse de los ambiciosos vampiros antiguos del viejo mundo que suponen una amenaza para el resto, así como para la humanidad.

A la vez que debe cumplir con la promesa hecha a Eleanor, ya que un vampiro siempre está obligado a cumplir sus promesas, no pueden prometer o jurar algo que no vayan a cumplir ya que esto les provocaría un gran malestar y problemas impredecibles, por lo que debe convertirla en no muerta, y también tiene que investigar cómo le afectan los poderes que la sangre vudú le proporcionan a él y a su descendencia vampírica.

Con la conversión de Eleanor en vampiro el personaje de William se nos muestra más oscuro y terrorífico, no sólo es más posesivo con su pareja, sino que además la aparición de los vampiros europeos harán que esa ira contenida se ponga de manifiesto junto a su capacidad para deleitarse con el sufrimiento de los mortales que escapa a su control en determinados momentos.

Aquí ya se nos muestra a un grupo más amplio y organizado de vampiros y como se diferencian claramente dos bandos de vampiros, los que quieren vivir manteniendo el orden que hasta ahora existe entre humanos y vampiros y los vampiros más antiguos que disfrutan torturando por igual a vampiros y humanos.

También es un libro de grandes descubrimientos y los sentimientos que experimentan tanto William como Jack ante determinadas situaciones se manifiestan y los hace vulnerables de una manera palpable para el lector que experimenta sentimientos del dolor provocado por el amor, esos momentos en los que la línea que separa al amor del odio es apenas existente.

El personaje de William sigue siendo el de un vampiro atormentado por los recuerdos y el pasado, pero aquí llega a su máxima manifestación de desesperación cuando lo que eran recuerdos del pasado pasan a convertirse en una pesadilla en el presente y las personas descubre que las personas que le importaban son también vampiros, y todo en lo que ha creído en los últimos quinientos años como vampiro se tambalea.

Lo que servido para encontrar su propia paz ahora no es más que una mentira y esos problemas y preocupaciones le hacen dejar de lado a quienes están ahora a su lado, su verdadera familia lo que lo llevará a una situación desastrosa e inesperada que hace que en todo momento estemos en tensión por saber que pasará, cómo actuaran los diferentes personajes que reaccionan de la manera más inesperada dando continuos cambios al sentido en que se desarrolla la historia.

Frente a un personaje cada vez más oscuro como es William, Jack cada vez nos hace pasar mejores momentos con sus ocurrencias, sus chistes y meteduras de pata junto con Werm, que hace que se aligere un poco esa oscuridad que el libro nos muestra.

Aunque él también tiene sus propios problemas, como es el afrontar la difícil situación de estar enamorado de Connie pero debido a su condición de vampiro debe mantenerse alejado de ella aunque ella esté tan enamorada como él, lo que da lugar a situaciones de tensión entre ellos por saber cómo podrán estar juntos, si es que lo logran estar alguna vez.

Junto a estos personajes los secundarios que los que se nos perfilan psicológicamente de una manera extraordinaria a través de los ojos de William y Jack también cobran gran importancia, tanto los que se nos presentaron en el primer libro como otros nuevos que aparecen, de los que se nos van descubriendo nuevos misterios y cuya intervención es crucial en el desarrollo de la historia de este libro y de los siguientes.

Al igual que en el primer libro se sigue alternando los momentos de humor con los de verdadero libro de terror, aunque este libro es mucho más duro que el primero, y los problemas para Jack y William son mayores si cabe, con el añadido de que a pesar de que ambos son considerados los vampiros buenos, en William se pueden ver momentos en los que la línea entre el bien y el mal llega a desaparecer en su enfrentamiento entre el pasado y el presente, al no saber darse cuenta de lo que tiene en el presente, dejándolo de lado para tratar de recuperar lo perdido le lleva a perderse él mismo y a todo, lo que lo conduce a una situación desesperada.

Más que un romance paranormal, nos encontramos con algunas situaciones de tensión sexual entre los protagonistas de los que no sabemos cómo acabarán ni quiénes serán sus parejas definitivas ya que su condición de no humanos los condiciona muchos, además de las relaciones de poder y sumisión que entre los diferentes vampiros se crean dependiendo de quién sea el sire que los ha convertido y se establecen vínculos de sangre y psíquicos entre los vampiros procedentes del mismo creador, lo que los hace una especie de familia, a la que están unidos irremediablemente.

Un libro para todos los amantes de lo paranormal que busquen unos vampiros de hoy con la esencia de los clásicos del género. Con situaciones inesperadas que no decaen en ningún momento y nos dejan con ganas de leer más, unos personajes muy bien perfilados que representan el lado más oscuro de la existencia. Donde el amor está presente, pero no en el sentido romántico que nos encontramos en otros libros, sino más bien sentimental, con momentos duros, difíciles de soportar porque van unidos a traiciones y verdades dichas a medias.


Le doy un 8.