Amor con condiciones
Laura Lee Guhrke
Sinopsis: Prudence es una humilde costurera cuya vida podría cambiar radicalmente si lograra hacerse con la herencia de su padre. Para conseguirla, debe cumplir un requisito: casarse antes de que pase un año. Ella siempre ha soñado con encontrar el verdadero amor y, desde que contempló al seductor duque de St. Cyres, está convencida de que sólo él podrá conquistarla.
Rhys de Winter, duque de St. Cyres, confía en que su ingenio y su impresionante sonrisa bastarán para cautivar a una rica heredera que solucione sus problemas económicos. La preciosa e ingenua costurera se ha convertido en una víctima perfecta para él… Pero no contaba con que ella le iba a descubrir la auténtica pasión.
¿Hasta dónde llegará Rhys para reconquistar a su esposa cuando ésta descubra su engaño?
Para mí esta novela es la prueba evidente de que, incluso con una historia de lo más sencilla, y un inicio al que incluso se podría acusar de “tramposo”, se puede sacar algo entretenido y digno de mención si sabes cómo. Y no me cabe duda de que la autora sabe muy bien lo que se hace. Porque, vamos a ver: sólo tenemos una sencilla y dulce costurera que, de pronto, recibe una herencia de un millón de libras… al año. Evidentemente, esto es lo que yo llamaría la parte “tramposa”. Demasiado oportuno, ¿no? La chica ve a Rhys mientras arregla el vestido de una jovencita de lo más desagradable, y queda prendadísima de él. Y poco después, hereda una auténtica fortuna que, casualmente, le viene de perlas al arruinado duque de St. Cyres. Añádele a eso que ella sólo tendrá su herencia si se casa en el plazo de un año, y todo encaja a la perfección. Todo perfectamente oportuno. Bueno, ¿y qué? En realidad, me da igual. Y me da igual porque la autora se las arregla para tomar el cliché de la rica heredera perseguida por el duque arruinado, y convertirlo en una historia dulce, divertida, y facilísima de leer. Porque consigue tomar un prototipo de personajes más que tópicos, hacerlos suyos, y conseguir que te enganches con ellos.
Él es el típico libertino (con el también típico pasado triste para darle profundidad al personaje) que está decidido a casarse con una rica heredera como sea, y cuando ve que la atractiva costurera, que tanto le había llamado la atención en su primer encuentro, resulta haberse convertido en una mujer extraordinariamente rica, utiliza todas sus malas artes para conquistarla. Miente, manipula, espía y hace todo lo posible para hacerla caer en sus redes y convencerla de que se casa con ella por amor, y no por el dinero que finge no saber que posee.
Ella, por su parte, es encantadora. Demasiado encantadora para mis gustos sencillos, pero la autora consigue que no me resulte repelente, lo que, lo creáis o no, en mi caso es un gran mérito por su parte. Las atenciones de Rhys la atrapan sin remedio, y es demasiado inocente para ganar el juego del gato y el ratón al que él la somete de forma implacable.
Bien, al final la ratoncita resulta no serlo tanto y, como no podía ser de otro modo, el cazador termina siendo el cazado. Y todo es tan típico, tan manido, tan evidente… Y sin embargo, funciona. No me preguntéis por qué, pero funciona. El resultado es una novela que divierte, que entretiene, que hace sonreír, y que incita a leerla del tirón.
La recomiendo sin duda, primero porque merece la pena disfrutar de los personajes y de la forma en que se desarrolla la historia, y segundo porque también merece la pena ver como lo sencillo no es necesariamente sinónimo de aburrido o falto de calidad.