Solo es necesario un instante aciago para cambiarnos el destino.

27 a. C. Las intrigas políticas y las traiciones están a la orden del día en el Imperio romano. Las ansias de poder de muchos de sus senadores les llevan a cometer actos reprobables en contra de sus propios aliados y hay políticos que están dispuestos a realizar infames asesinatos con el fin de que prevalezca su autoridad por encima de los demás.

Aradia ignora lo que el destino le tiene reservado. Su hermano ha sido acusado de asesinato y su familia declarada traidora. La única persona capaz de ayudarla en la tragedia en la que se ha convertido su vida es el general Lucio Máximo Magno, el hombre por el que ella siempre ha suspirado en silencio.

Ambos aunarán esfuerzos para descubrir la verdad, también para conocerse mutuamente lejos de la influencia política de Roma.

Es inevitable hablar de la época elegida por Arlette Geneve para ambientar esta novela, porque el Imperio Romano es un momento de la historia inusual en la novela romántica, por no decir inédito. Eso es lo que me sorprendió y me llamó la atención desde el primer momento, lo que me atrajo por la novedad. Y lo que he encontrado es una historia intensa en la que lo más importante no es la historia de amor, que es más bien un tema secundario, algo colateral, Roma es la protagonista de la novela.

Por la novedad de la época, el tema de la ambientación es una dificultad y supone todo un reto. Pero a mí me ha transportado a la ciudad de Roma con las descripciones de sus domus y villas, de la organización familiar, de la jerarquía política, de la arquitectura... Es un libro descriptivo sin resultar agobiante. Al principio, sí que tuve una sensación de que la autora me estaba mostrando lo que se había documentado, soltando información que no siempre era necesaria. Pero desde los primeros capítulos esa sensación quedó diluida, era una forma de transportarme a la gloria de la ciudad eterna. Y así ha sido.

En cuanto a la trama, es una historia dura en la que no hay apenas espacio para el sentido del humor. No es fácil ni sencilla. Aunque tiene algunas escenas tiernas, hay una tan estremecedora, tan desgarradora, que está presente durante toda la novela, y es el momento que más se recuerda. Y se ve venir, pero no de forma tan cruda. Menos mal que los romanos eran los civilizados...

El ritmo con el que se desarrolla es pausado, se recrea en los detalles y en los personajes; sin embargo, no se me ha hecho pesado o aburrido. Estaba a la expectativa.

La novela está dividida en dos partes bien diferenciadas.

En la primera, el amor brilla por su ausencia pero no lo eché en falta. Es más, me habría estorbado porque estaba concentrada en la red de conspiraciones. Ya tenía bastante con la cantidad de secundarios y nombres que aparecen, con las manipulaciones y secretos ocultos en el Senado, una trama de misterio que proviene de las altas esferas, donde se siembra la discordia y la sospecha. No, no necesitaba ninguna historia de amor. Sin embargo, debo decir que el desenlace de la conspiración me pareció algo discreto para el inicio que había tenido, esperaba algo más impactante. En ese sentido quedé decepcionada.

Durante la segunda parte es cuando tiene lugar la historia de amor, propiciada como consecuencia de todos los sucesos que han ido dándose en la primera mitad del libro. Aquí, los personajes se reducen pero la descripción de sentimientos es mayor, todo se centra más en lo que sienten que en lo que sucede.

No es una novela únicamente romántica, tampoco es una historia de suspense.

Y hay un par de detalles que no se aclaran y que me han dejado con la incógnita. ¿Quién mató realmente al primer senador asesinado? Es algo que no me ha quedado claro.

La importancia de los personajes no se concentra únicamente en los protagonistas, son los personajes secundarios los que ponen en marcha la historia y sus posteriores consecuencias.

Aradia se describe como una protagonista joven, protegida y mimada que siempre ha estado enamorada de Máximo; pero bien podía parecer que se trata de una niña y, a veces, se comporta como tal. Las circunstancias la obligan a madurar de repente pero sigue conservando cierta actitud infantil. No hablo de su inocencia sino de su comportamiento, de su actitud, en concreto hay una escena de celos que parece demasiado exagerada a esas alturas de la historia. Es una apasionada de la guerra, pero tan dulce e ingenua que resulta un poco extraña esa afición.

Máximo es un personaje mejor definido, más coherente. Es un hombre maduro al que le gusta la vida tranquila, su sueño es retirarse a la villa que tiene en Hispania y alejarse de la magnificencia de Roma. Es un general respetado por el emperador, que se ve inmerso en las conspiraciones sin pretenderlo. Y que nunca se hubiera fijado en Aradia en otras circunstancias. Es un hombre que cumple con su deber, un hombre justo, y que lucha contra sus sentimientos porque cree que así se lo exige el honor. Se debate entre aceptar el amor de Aradia o hacer lo que él cree lo correcto.

Lo que menos me convence de la historia de amor es la diferencia de edad, pero también es cierto que hubiera sido imposible que se diera sin ese detalle. Ya he dicho que es una parte un poco secundaria de la novela, pero eso permite que sea más directa al concentrarse en menos capítulos, la trama transcurre lentamente; pero la historia de amor, no. La historia de Aradia y Máximo es bonita, pero como pareja les ha faltado algo, no les he encontrado una química especial, puede que todo suceda demasiado rápido.

La importancia de los secundarios es innegable. Los hay importantes pero poco presentes, o con una presencia que aumenta o que disminuye, pero el personaje secundario más importante es Sane, la hermana de Aradia. Es, de lejos, la que peor lo pasa a lo largo del libro, suscita una compasión inevitable en el lector. Por eso, me alegro de que la autora se acuerde de ella al final.

Si bien es cierto que la trama de suspense se resuelve de forma demasiado sencilla, el final tiene la ternura que no había podido tener antes, no sólo es un buen final para los protagonistas sino para dos parejas más.

Es una historia intensa en la que la historia de amor no es la trama principal, donde se intentan abarcar dos tramas distintas aunque conectadas, en algunos momentos una queda algo descolgada. Pero lo más destacable es, sin duda, la ambientación, una apuesta valiente y arriesgada.

No es una historia inolvidable, pero la novela atrapa y engancha.