Yo pensé que ya había subido párrafo, se ve que lo pensé pero no lo hice...aquí va:
Sin embargo, el día lucía magnífico. El alivio que sintió XX al verlo le duró poco, porque cuando miró el jardín sur distinguió al hombre que se proponía evitar con su adorado PERRO.
XY lanzaba una pelota para que el perro fuera tras ella. XX parpadeó, incapaz de creer lo que veían sus ojos; a pesar de sus excelentes dotes de guardián, probablemente PERRO fuera el perro más perezoso de Inglaterra. Sin embargo, no parecía disgustarle el hecho de tener que correr a buscar la pelota para devolvérsela a XY. De hecho, más sorprendente aún era que no parecía disgustarle estar en compañía de un hombre. XX notó que era todo lo contrario mientras lo observaba dejar la pelota a los pies de XY y sentarse frente a él, encantado consigo mismo mientras esperaba la recompensa.
Cuando XX vio que XY le daba unas palmadas en la cabeza no fue capaz de soportarlo más. Dejó la taza de té de un golpe y abrió la ventana para asomar la cabeza.
—¿Qué demonios crees que haces con mi perro? —le gritó.
XY, que lanzaba la pelota en ese momento, se detuvo y alzó la vista.
—Buenos días —exclamó, sin responder a su pregunta, y lanzó la bola—. ¡Cógela! —le ordenó, enviando al pobre PERRO a correr por el césped antes de volver a hablarle a ella—. Estoy adiestrando a tu perro. Cielos, vaya si lo necesita.
—¡No es verdad! Y jamás dije que pudieras... —Se interrumpió, demasiado enfadada para continuar mientras PERRO trotaba con obediencia hacia XY y dejaba la pelota a sus pies—. ¡No oséis moveros, ninguno de los dos! —les ordenó—. ¡Bajo ahora mismo!
Cerró la ventana de golpe. ¿Quién le había dado el derecho de hacer lo que quisiera con su perro? Bajó y salió al patio, contenta de que fuera demasiado temprano y que la mayoría de los invitados no se hubieran levantado. Cruzó el césped y llegó hasta XY, que lanzaba la pelota otra vez.
—¡Deja a mi perro en paz! —le ordenó mientras se acercaba—. Te odia.
PERRO, como si desafiara sus palabras, se acercó hasta él y colocó la pelota a sus pies.
—No me odia. De hecho, nos hemos hecho amigos bastante rápido. —Abrió la mano izquierda y le mostró un puñado de salchichas cortadas—. Es increíble todo lo que se puede conseguir con un par de salchichas —añadió mientras le daba otro pedazo al perro—. Buen muchacho.
—Has adiestrado a mi perro.
Él se rió.
—Lo dices como si lo hubiera torturado.
Su risa sólo alimentó la ira de XX.
—No tienes ningún derecho.
—Bueno, alguien tenía que hacerlo. —Recogió la pelota con la mano libre y volvió a lanzarla—. Cógela —le ordenó y cuando el perro salió corriendo se volvió hacia ella—. PERRO no sería una amenaza para los hombres si tú no lo permitieras.
—Eso no justifica tu intromisión. ¿No es demasiado arrogante por parte de un caballero?
Él se encogió de hombros, pero pareció que el comentario no le importaba.
—Me cansé de que me gruñera. Decidí hacer algo al respecto.
Ella no quería que hiciera algo al respecto.PERRO era su perro guardián, su protector.
—Estás arruinándolo todo, ¡maldito seas! —le dijo mientras el animal intercambiaba la pelota por otro pedazo de salchicha—. ¡Lo compré porque detesta a los hombres!
—Creo que ya ha superado esa particular aversión —respondió XY mientras le daba una palmada en la cabeza.
—¡Pero no puedes hacer eso! ¡PERRO es un perro guardián!
Él la miró pensativamente.
—¿De quién te protege? ¿De EXMARIDO?
Ella apretó los labios y desvió la vista, pero pudo sentir su mirada escrutándola.
—EXMARIDO detestaba a mi perro —dijo tras un momento de silencio—. El perro lo odiaba a él. Me parecía algo... conveniente.
—Entiendo que lo compraste para protegerte de EXMARIDO, XX. Comprendo cuán infeliz eras con ese matrimonio. ¿Cómo podría no hacerlo después de lo que hiciste para terminarlo?
«No sabes ni la mitad del asunto», pensó.
—XX —dijo con voz amable—, no quiero entrometerme, pero...
—¡Cuánto te lo agradezco!
—Pero EXMARIDO ya no está aquí —le recordó XY, acercándose, inclinando la cabeza para obligarla a mirarlo—. Entonces, ¿por qué te molesta que PERRO ya no odie a los hombres? ¿Por qué debería importarte que tu perro y yo nos hagamos amigos? ¿De qué tienes miedo?
¿Miedo? Cielos, había tantos miedos, demasiados como para comenzar a enumerarlos. Lo miró, sin esperanza de poder explicarse.
—No tengo miedo de nada.
XY se volvió al perro.
—Siéntate —le ordenó.
PERRO lo hizo, y tan rápido que le llamó la atención por la obediencia casi militar. XY alzó una mano, con la palma hacia el hocico del animal.
—Quieto.
Cuando volvió a mirarla, XY sonreía ligeramente.
—¿Quieres saber lo que pienso? —Sin esperar respuesta, continuó—: Si PERRO y yo nos hacemos amigos, es una barrera que pierdes, ¿no es así? El perro es una línea de defensa. Como los comentarios ingeniosos. Como las mentiras. Como huir. Sólo querría saber por qué necesitas tantas defensas. Quizá para evitar ser vulnerable. Para evitar que otras personas puedan ver lo que sientes de verdad.