u_uº Se nota la ausencia de Pricesa 

Engaño de L. L. Gurhke

kadesh escribió:

Se nota la ausencia de Pricesa 

Engaño de L. L. Gurhke

Por fin!!! MUy bien Kadesh

Qué tal el libro??

Es lindo, no es de los mejores de Guhrke pero es entretenido...

la verdad es que esta autora nunca decepciona

Uno facilito



No, no podía decirse que los Tal fueran hombres «buenos». Entonces, ¿por qué El se había tomado la molestia de advertir a Ella de que estaba a punto de casarse con un adúltero?

—Podrías casarte conmigo—ofreció lord El bruscamente.

Ella parpadeó.

—¿Perdón?

—He dicho que podrías casarte conmigo. Tu fortuna me importa un comino.

—Milord, ¿por qué razón me pide que me case con usted?

—Porque tienes unos ojos hermosos.

—¿Cómo lo sabe? No me los ha mirado ni una sola vez.

—Lo sé.

A Ella le costó respirar, no sabía si reír o llorar.

—¿Hace esto a menudo? ¿Advierte a una dama sobre su prometido y luego se ofrece a casarse con ella? Es evidente que su táctica no ha funcionado hasta ahora o tendría una recua de esposas persiguiéndole.

El apartó la mirada a un lado y se llevó la mano a la sien para masajearla, como si estuviera sintiendo un fuerte dolor de cabeza. Se recordó a sí misma que estaba loco. Al menos había estado encerrado en un manicomio. ¿Por qué no sentía miedo allí, a solas con él, a pesar de que nadie en el mundo sabía dónde se encontraba en ese momento?

Quizá porque había visto a muchos perturbados cuando ayuba prometido en sus obras de caridad en el East End, desgraciados que debían ser cuidados por familias que apenas podían controlarlos. Algunas de esas pobres almas habían tenido que ser incluso atadas a las camas. Lord El era muy distinto de aquellas personas.

Se aclaró la voz.

—Es usted muy amable, milord.

Ian cerró los dedos sobre el reposabrazos de la silla.

—Si te casas conmigo, prometido no podrá tocarte.

—Si me casara con usted provocaríamos el escándalo del siglo.

—Sobreviviría.

Ella clavó los ojos en la soprano que cantaba en el escenario, recordando de repente que los más chismosos decían que aquella señorita de grandes pechos era la amante de lord C, uno de los hermanos mayores de El.

—Si alguien me ha visto entrar aquí con usted, mí reputaciónya está arruinada.

—Entonces ya no te quedaría nada que perder.

La Locura de Lord Ian Mackenzie, Jennifer Ashley:enamorado:

tu turno Fan

y no lo le todavia , 

otra que tampoco  me lo apunto!!

Allá vamos...


—¿Estás enferma? ¿Tienes la viruela? Estás llena de manchas rojas.
DESPISTADA se miró los brazos.      
—¿Dónde?
—En el pecho y en el cuello.
DESPISTADA se sonrojó aún más y se tapó hasta el mentón.
—No es nada, querida.
—¿No es nada? ¡Es una epidemia! —PRIMA se acercó más y la observó detenidamente—. ¡Cielos! ¿Son marcas de mordiscos?
DESPISTADA creyó que sus mejillas iban a estallar en llamas.
—No es nada, PRIMA. Por favor, pásame la bata para poder vestirme y darles la bienvenida a las amantes de mi esposo.
—¡Sí! ¡Son marcas de mordiscos! ¿Te las hizo lord BUENORRO?
—¡Por favor, PRIMA! —susurró DESPISTADA—. Estás haciendo que me avergüence. —¿Te duelen?
—No, sólo son pequeños... mordiscos de amor.
—¿Te los hizo en todas partes?
—¡PRIMA...!
Su prima retiró las mantas.
—¡Sí! ¡Mírate! ¡Tienes uno en el estómago!
—PRIMA, si no dejas de examinarme de esa manera tan indecorosa, tendré que prohibir tu asistencia a la reunión con las amantes de BUENORRO.
—No puedo creer que te hayas dejado morder por él: yo jamás lo permitiría. ¿También te ha mordido en las piernas?
—PRIMA: retira tu mano de mis piernas en este instante o tomaré medidas drásticas.
PRIMA le sonrió.
—¿Como cuáles?. DESPISTADA lo pensó un momento.
—No te presentaré al primo de BUENORRO.
—¡Al diablo! —dijo PRIMA y comenzó a hurgar entre las mantas.
—Es un duque y no está casado.
PRIMA se detuvo.
—¿Edad?
—Creo que tiene cuarenta y tantos.
—¿Hijos?
—Dos niñas. Necesita un heredero.
—¿Lugar de residencia?.
—Sussex.
—Muy bien, pero creo que estás siendo muy ruda conmigo. Bajaré para entretener a las amiguitas de lord BUENORRO mientras te vistes, pero por favor, ponte un vestido de cuello alto. ¡No querrás asustarlas!
Media hora después, DESPISTADA entró en la sala de estar.
—... Es decir, no entiendo cómo alguien puede encontrar placentero que lo muerdan. Mi prima estaba llena de..., ah, aquí estás.
DESPISTADA miró a las mujeres reunidas; eran cuatro y estaban sentadas en el sofá azul claro, cada una sostenía una taza de té y todas llevaban guantes. PRIMA estaba sentada en una silla con las piernas cruzadas, y movía una pierna de una manera molesta y poco femenina.
DESPISTADA alzó el rostro cuando las mujeres la miraron.

No me suena nada el fragmento:pensando:  , pero me ha gustado mucho.   
Espero a que adivinen  

jo todo esto es regencia, asi ando yo de perdida ,

  pues ni idea pero me han dado ganas de saber cual es

Un trocito más...

ni idea , y casi no lo leo fan

No lo he leído   pero quiero saber cual es para leerlo, tiene buena pinta

Dejo pista: iniciales de la autora K M

Nobles intenciones de Katie MacAllister

Tengo que volver a releerlo porque no recordaba nada

kadesh escribió:

Nobles intenciones de Katie MacAllister

Tengo que volver a releerlo porque no recordaba nada

Ese mismo!!! Te toca Kad!!!!!  

L volvió a apoyar el hombro en la repisa, sonriendo por el comentario de su amigo.
-La verdad es que a D le gusta gesticular cuando habla -admitió.
-La princesa tiene buen corazón. Para ser sincero, creo que estoy enamorado.
-Tú siempre estás enamorado -respondió L.
No consiguió evitar que su voz sonara irritada. Era extraño, pero, por alguna razón, la broma de Rhone le molestaba. No le hacía ninguna gracia que la princesa C quedara añadida a la lista de futuras conquistas de su amigo. Comprendió que era una idea ridícula. ¿Por qué le importaba que su amigo tratara de conquistar a aquella mujer o no?
Suspiró cuando se dio cuenta que no tenía una respuesta. En todo caso, le importaba. Y mucho. Ese sincero reconocimiento le agrió el humor todavía más. Maldición, era demasiado viejo y estaba demasiado cansado para enamorarse.
C no tenía ni idea del revuelo que estaba causando. Esperaba pacientemente en medio de la entrada a que su tía acabara la conversación con su anfitriona. Una impaciente jovencita permanecía a su lado, charlando a tal velocidad que no conseguía seguir lo que decía. Fingía interés, sonreía cuando parecía lo apropiado y asentía siempre que la damita llamada D hacía una pausa para respirar.
Lady D anunció que iba a buscar a sus amigos para presentárselos. C se quedó sola de nuevo. Se volvió para mirar abiertamente a todos los que la contemplaban embobados, con una serena sonrisa en la cara.
No creía que nunca llegara a acostumbrarse a ellos. Los ingleses eran una gente muy peculiar. Aunque ya llevaba tres meses en Londres, seguía perpleja ante los extraños rituales que aquellos blancos parecían tan decididos a soportar.
Los hombres eran igual de tontos que las mujeres. Además, todos se parecían, vestidos como iban con traes negros idénticos. Los pañuelos blancos que llevaban al cuello estaban tan almidonados que daban la impresión de que iban a causarles la muerte por asfixia, una impresión reforzada por sus mejillas enrojecidas y rubicundas. C se corrigió en silencio: no se llamaba pañuelo sino corbatín. No debía volver a olvidarlo.
Había tanto que recordar. C había estudiado con diligencia desde que llegó a casa de su tía en Boston, un año atrás. Ya hablaba francés e inglés. El misionero que Lobo Negro había capturado años antes la había enseñado muy bien.
Sus lecciones en Boston se centraron en la conducta que se espera de una dama. C se esforzó por agradar a su tía y también por apaciguar algunos de sus temores. La agria mujer era el único vínculo de C con la familia de su madre. No obstante, más tarde, cuando hubo conquistado la palabra escrita lo bastante para comprender el sentido del diario de su madre, sus motivos cambiaron. De forma radical. Ahora era imperativo que C conquistara un lugar temporal en aquella extraña sociedad. No podía cometer ningún error hasta cumplir su promesa.
-¿Estás dispuesta, C?
La pregunta la hacía tía. La anciana se puso al lado de C y la cogió del brazo, con una mano que parecía una garra.
-Tan dispuesta como llegaré a estarlo nunca-respondió C. Sonrió a su tutora, se volvió y entró en aquella multitud de extraños.

ni la menor idea...

¿Dueña de su corazón de Julie Garwood?

 Muy bien Pipa