Mary Mantley recibe el encargo de viajar a Kenya para realizar un reportaje fotográfico.

Lo que ella no sabe es que esto sólo es una excusa para alejarla del peligro que amenaza su vida. Alguien ha descubierto los diarios privados de su padre, el coronel Jonathan Mantley, en los que relata las hazañas de un grupo de ególatras que tienen en su mano el destino de toda la humanidad.

David Silford es el único hombre capaz de protegerla. Un duro ex agente secreto, orgulloso, machista y manipulador.

Mary derribará todas sus barreras superando cada reto que él pone ante ella. Pero el camino a seguir supone un alto precio y ahora, además, están en peligro sus corazones...

Esta novela ha sido una inesperada y agradable sorpresa. La historia engancha desde el principio, ya desde el prólogo, que es muy interesante y nos pone en antecedentes de lo que vamos a encontrar en cuanto a la relación que unirá a los personajes principales.

Cada capítulo está precedido por un fragmento del diario secreto del padre de Mary, que descubrió una trama de conspiración mundial que afecta a toda la humanidad, relacionada con grandes acontecimientos contemporáneos ocurridos en distintos lugares del planeta y que han tenido repercusión internacional durante la última década. La trama de suspense es muy interesante, no una mera excusa para el romance, pero en absoluto le roba protagonismo a la historia de amor.

Otro punto a su favor es la localización. La mayor parte de la novela se desarrolla en Kenya y es un cambio de aires muy agradable por lo poco frecuente. Realmente la historia te traslada al corazón de África, transmite esa sensación de tranquilidad y relajación que caracteriza a África, tan opuesta al estrés europeo. Y durante las escenas de safari con los leones y las gacelas es como estar presente dentro de un documental.

Mary trabaja como fotógrafa gráfica y acaban de enviarla a Kenya para hacer un reportaje sobre cazadores furtivos, pero su padrino y mentor le pide como favor que allí entregue un sobre, que debe proteger con su vida, a una persona que reconocerá en cuanto la vea. Y allí se presenta para vivir toda una aventura que pondrá en riesgo su vida en varias ocasiones y no solo por los furtivos. Cualquiera pensaría que Mary lo tiene todo pero no es así, ha vivido momentos muy duros que aún la siguen atormentando, pero es valiente y profesional a la hora de enfrentarse a este nuevo reto.

Atractivo, prepotente, manipulador, mujeriego, seductor... así es David, pero también protector, valiente y honorable. Él es un ex agente secreto, antiguo miembro del MI6, que ahora vive en Kenya donde tiene una agencia de viajes. Pero en sus servicios de guía tiene como norma no admitir nunca, bajo ningún concepto, a mujeres en sus safaris. Hace años que no se habla con su padre, los dos son demasiado parecidos y el orgullo les impide dar el primer paso a cualquiera de los dos, pero él es el destinatario del sobre con los diarios y no sabe que la persona que se los iba a entregar y a quien va a tener que proteger durante su estancia allí es Mary, la protegida de su padre. A pesar de tener la intención de mandarla de vuelta a Londres en el primer vuelo, después de ver lo que le envía su padre, esa opción se hace inviable, él es la única persona que puede cuidar de Mary hasta que pase el peligro.

Mary y David no se soportan desde hace años. Todo se remonta a los celos infantiles pero después de cierto episodio en los establos cuando Mary tenia seis años, las cosas empeoraron y desde entonces se han visto en contadas ocasiones. Por eso es una gran sorpresa para los dos encontrarse en Kenya, todo orquestado por el padre de David y tutor y mentor de Mary, así de una vez envía a Mary lejos de un peligro que ella ignora y le hace llegar a David las pruebas que necesita a través de alguien de confianza, pero además tiene el secreto deseo de que surja algo entre ellos y le den un heredero. Son una pareja explosiva porque los dos tienen una personalidad muy fuerte, son dos protagonistas muy bien perfilados y transmiten muy bien que hay detrás de la superficie, porque hay mucho más de lo que muestran al mundo. Hay una conversación que tienen en el coche que me pareció una escena muy impactante y un punto de inflexión en la opinión que tenían el uno del otro, a partir de entonces sus sentimientos empiezan a cambiar.

Thomas Silkford es el gran secundario de la historia, el que mueve los hilos desde las sombras y lo organiza todo para proteger a Mary. Es un hombre al que le gusta controlar las cosas, que nada escape a su control y, por encima de todo, quiere a su hijo y a su ahijada, pero si para conseguir algo se ve obligado a manipular, lo hace. Es muy parecido a su hijo, igual de orgulloso y manipulador; y es por eso que no pueden llevarse bien, pero haber perdido el contacto con él durante tantos años es lo que más lamenta, pese a que nunca le ha perdido la pista a sus actividades, Thomas siempre ha sabido en que andaba metido David en cada momento.

Un libro que he disfrutado mucho y me ha enganchado desde el principio, tanto a nivel romántico como de suspense. Es algo más que un thriller porque ha sabido transmitir emociones y sentimientos que muchas veces quedan relegados en favor de la trama de intriga. Los protagonistas me han gustado, pero sobre todo David, a pesar de esa fachada de hombre duro, machista y manipulador detrás se esconde todo un héroe romántico.

Ha sido una muy agradable sorpresa.

Cuando pase la tormenta — Lucía de Vicente.

Después de mucho tiempo lamentándome por no encontrar escritoras españolas que me convencieran, de pronto, casi sin querer, he localizado unas cuantas que han conseguido convencerme de que hay esperanzas para la literatura romántica en nuestro país. Y, sin duda, Lucía de Vicente es una de ellas.

            Me encanta el estilo de esta mujer. En serio, me encanta. Tiene esa falsa sencillez de los estilos pulidos, es ágil a la vez que descriptivo y se lee con algo más que un poco de agrado. Es personal y perfectamente reconocible como suyo y, sólo por eso, ya se habría ganando mi enhorabuena. Pero es que, además, Lucía narra con la prosa de alguien que lleva mucho tiempo trabajando en ella y que sabe lo que quiere conseguir y cómo conseguirlo. Reconozco que, quizá, no es el más típico ni el que pueda convencer a lectoras poco exigentes, ansiosas de no complicarse la vida con la narrativa, pero, para mí gusto es una delicia y tiene todo lo que puede exigírsele a una prosa digna de ser disfrutada. Y cómo se disfruta en esas descripciones de Kenya, que te hacen sentir que estás ahí, sufriendo el calor y los ataques de los mosquitos, fotografiando leones y huyendo de cocodrilos e hipopótamos. Porque, si bien hay muchas cosas en esta novela que ya os iré contando, destaco por encima de todas la ambientación. La documentación de la autora ha tenido que ser realmente exhaustiva, y da como resultado un libro que grita «¡África!» por los cuatro costados, que te mete de cabeza en sus paisajes y entre sus gentes.

            La trama es compleja y va mucho más allá del romance entre los protagonistas, algo que yo disfruto muchísimo. Hay aventura, acción y hasta conspiraciones de alto nivel y alcance internacional, que van desgranándose poco a poco en las entradillas de cada capítulo con los extractos del diario del padre de Mary. Sin embargo, a pesar de la complejidad de la trama, el romance no queda aparcado o relegado: se va desarrollando con calma, con la tensión sexual que estalla entre los protagonistas desde casi el primer minuto, y que tarda en culminarse, dejándolos sudar y cocerse a fuego lento —y no sólo porque estén en África, si me permitís el chiste malo— antes de encontrarse por fin.

            Los personajes me han encantado. Quizá más él que ella, a pesar de que es un capullo —y perdón por mi klatchiano— arrogante, machista, prepotente, manipulador y mujeriego. No, a ver, me corrijo: me ha gustado precisamente porque es un capullo arrogante, machista, etc… Porque, poco a poco, vas viendo que hay un hombre bueno detrás de todas esas «cualidades», y porque, ya me conocéis: me encantan los capullos, más que nada porque cuando se convierten en «tu capullo» son los mejores hombres que puedes tener a tu lado. Y al final de esta novela no tienes duda de que David es ese hombre.

            Mary aparenta ser una mujer fuerte, que intenta ponerse a prueba a sí misma continuamente, valiente, decidida, que no teme al riesgo ni a la aventura. Pero eso es en apariencia, ya que, a menudo, la domina el miedo y la inseguridad. Y es que su historia es difícil, dolorosa y complicada, y ha buscado la mejor forma de construirse una fachada, un muro protector que le permita seguir funcionando, seguir siendo un ser humano que vive, respira y trabaja a pesar de lo que ha ocurrido en su vida y de las cicatrices que arrastra y que todavía sangran; y que, gracias a David, podrá superar.

            La historia entre ellos es de las que a mí me gustan: empiezan sin soportarse y terminan uno en brazos del otro en una relación que es más sólida de lo que incluso ellos mismos son capaces de creer. Juntos superan muchas cosas, demasiadas, no sólo a nivel de la trama y de las aventuras en las que se ven envueltos, sino a nivel personal. Juntos crecen, se conocen y «matan sus respectivos dragones», apoyándose uno en el otro.

            Secundarios hay muchos y todos son consistentes y aportan lo necesario a la trama. Destaca, por supuesto, el padre de David, un auténtico manipulador que maneja a los demás como peones en un inmenso tablero de ajedrez que traspasa fronteras. Pero todos los que aparecen en la novela, desde el primero al último, dejan su impronta y son perfectamente distinguibles y reconocibles.

            Quizá, para lo complejo de la trama y la longitud de la historia, encontré la resolución un poco brusca, pero creo que, en cierto modo, por absurdo que os pueda parecer, encaja con la personalidad de David. No puedo explicarlo mejor sin desvelaros datos importantes, pero ésa fue mi sensación: no sólo se resuelven las líneas argumentales, sino que nos dice mucho acerca de cómo se comporta su protagonista y de todo lo que guarda en su interior.

            Ahora voy a romper una lanza a favor de la autora, porque, sí, lo reconozco, ya he leído comentarios y críticas de esta novela y hay un detalle en el que coinciden muchas y al que yo le veo una explicación. Me refiero a los diálogos, que la mayoría los considera demasiado españolizados. Y sí, quizá es un error porque la mayoría de la gente está acostumbrada a otra cosa, pero no es un error literario. Me explico: estamos acostumbradas a las malas traducciones que no respetan el original, así que para nosotras, los libros ambientados en otros países son más «serios», los diálogos son más fríos y las expresiones mucho más severas. Pero eso es así porque los giros idiomáticos no se adaptan o, sin más, no se traducen. Si leéis en inglés, sabréis que hay expresiones propias, «slang», giros extraños, refranes, etc., que se pierden en la traducción a nuestro idioma. Así que, sí, los giros son muy españoles, pero también lo serían si el libro hubiera sido escrito en inglés y traducido respetando el alma de la prosa, más que atendiendo a la literalidad. Y, sí, la autora podría haberse ceñido a lo que estamos acostumbradas y mostrarnos otro tipo de expresiones, pero, para mí, al menos, los personajes perderían frescura y cercanía. O esa es mi opinión, al menos.

            En resumen, es una novela que merece —y mucho— la pena. Y, para muestra un botón, a pesar de sus más de quinientas páginas, yo la terminé en apenas dos días, porque no era capaz de apartar los ojos de la lectura. Me enganchó desde la primera página y la disfruté hasta la última, así que, por supuesto, os la recomiendo.