Cautivar a un dragón — Lis Haley

Norah Devlin se vio obligada a huir de su casa en Virginia cuando se enteró de que su padre pretendía casarla con su socio, un viejo degenerado, pero rico. Así que se refugió en Inglaterra ayudada por su tía materna, lady Patterson, que le buscó trabajo como doncella en casa del marqués de Devonshire.
Cuando Marcus Greenwood regresó a Devonshire, se quedó prendado de su nueva doncella de cabellos rojos y genio vivo. Las malas lenguas decían que lord Dragón, como lo apodaban por sus costumbres «salvajes», se había enamorado.

Pero el peligro acechaba a la bella Norah. Ni el ancho mar que separaba ambos continentes aseguraría su protección. ¿Conseguiría Marcus proteger lo que más quería?



Bueno, difícil crítica la que traigo hoy. Y es que esta novela tiene cosas buenas... y cosas muy malas. Para mí, las segundas han superado a las primeras, pero vamos a ver si consigo ser un poco objetiva.

Como siempre que tengo sentimientos encontrados sobre un libro, os hablaré en primer lugar de lo positivo. Y, en este caso, eso es el estilo y la ambientación. Ambos encajan en la época y ayudan a ubicar el momento histórico. En cuanto al estilo, sin ser recargado, tiene un cierto sabor añejo, tanto en el vocabulario como en la redacción, algo que le pega a la época. Por lo demás, hay muchísimos pequeños detalles de ambientación (marcas, fechas de publicación de libros, tipos de relojes, de trajes, etc.) que contribuyen a centrarse en el tiempo y que yo, al menos, encuentro curiosos.

Y luego están la historia y los personajes, y aquí es donde toda esa «meticulosa ambientación» hace aguas sin remedio. Para empezar, a la protagonista no hay quien se la crea. Sí, vale, es americana, mucho más liberal por definición que sus homónimas inglesas, pero tampoco hay que pasarse. Que se supone que es una noble damita de clase alta que no sabe absolutamente nada del sexo, y tarda quince minutos exactos en encamarse con el protagonista... Y en seguir haciéndolo. Manipulándolo con sexo y seduciéndolo una y otra vez, hasta que el hombre pierde el norte, los papeles y hasta la cordura, y con razón. Cuando él le propone matrimonio a ella no le da la real gana —sí, ya lo sé, es un tópico donde los haya, pero no así, en serio— por la sola y única razón de que quiere que se lo pida, y no que lo dé por hecho.

En fin, como esto últimamente casi es un lugar común en las novelas de regencia, pues podía haberlo pasado por alto. Me toca la moral que una mujer que, hasta que el protagonista la tocó, no sabía nada de sexo, de pronto se convierta en una concubina, pero, bueno, me pongo el sombrero de Indi, doy un salto de fe y listo.

Pero, claro, una tiene la fe justita para pasar el día, así que la agoté casi toda en creerme a los protagonistas, con lo cual, cuando me tuve que enfrentar al hilo de la trama, ya no me quedaban dioses a quienes rezar, para mi desgracia.

Y es que, vamos a ver: por un lado, la historia empieza con nuestra protagonista metida a doncella. Ha huido de su padre, que quería casarla con un viejo repelente, y a su tía no se le ocurre mejor modo de ayudarla que meterla de criada mientras ella no vuelve a Londres. Claro. Está mucho mejor haciendo de criada en la casa de un tío con una reputación penosa, que sola en casa con el servicio, dónde va a parar. En fin, que la tía por fin regresa, se la lleva a su casa y, a pesar de que tiene que estar escondida, pues la pasea por todas partes. Total, sólo tiene una característica melena pelirroja que no va a hacer sospechar a nadie...

Vale, bueno. Y nuestro protagonista, en lugar de mosquearse por el engaño —y porque le hayan quitado a una criada, ya puestos—, pues ahora quiere casarse con ella, que para algo no es una pobre doncella, sino toda una señorita a la que ha deshonrado. Y además, se van a llevar genial, que para eso se entienden en la cama de maravilla. Bueno, ya he dicho que eso me lo iba a tragar, así que no ahondaré en el tema. Pero en lo que sí me voy a meter es en el «truco» que usa ella para que él desista de sus intenciones, que es hacerse pasar por la prometida del hermano bastardo de Marcus que, por cierto, lo odia. Lo odia muchísimo, quedaos con este dato: se pasa trescientas páginas odiándolo a muerte. En fin, quizá podría haberme tragado la historia del falso compromiso —y de que ella siga beneficiándose al prota a pesar de ser la prometida de su hermano, lo que no sé si dice mucho en esa época de su catadura moral—, pero cuando él decide devolverle la jugada, y para ello contrata a una prostituta (pero no de las cortesanas más o menos «acomodadas», ¿eh? De las que están tiradas por la calle) para hacerse pasar a su vez por su prometida, me quedé, cuando menos, atónita. Si es que las prostitutas de baja estofa no hablan cockney, qué va. Tienen un acento de clase alta que lo flipas, así que cualquiera se puede creer que es su prometida, cómo no.

En fin, el caso es que nuestra protagonista está en peligro porque su padre quiere hacerla regresar a casa y manda tras sus pasos a un tipejo para que la encuentre y la devuelva a su lugar, así que necesita protección. Y como Norah ha roto su falso compromiso con el hermanísimo, y el señor Dragón ha roto el suyo con la prostituta —más que nada, porque el hermanísimo y la prostituta se han liado entre sí...—, pues sólo queda una salida: fingir un nuevo compromiso, esta vez con el Lord. Lo que convierte a Norah en la dama más falsamente prometida de toda la historia de las damas falsamente prometidas, en mi modesta opinión.

Sin embargo, ese compromiso no la salva: sus perseguidores la localizan, hieren a Marcus y la secuestran. El hermanísimo encuentra a Marcus desangrándose y, mientras lo lleva a una cama —en el gran espacio de tiempo que le lleva llegar desde el jardín a la mansión principal—, decide que no sólo no lo odia, sino que, además, es el hombre más noble de toda Inglaterra. Con un par.

Bueno, por si queréis leerla no os voy a contar el final, pero que sepáis que es tan precipitado como el repentino afecto de ambos hermanos y casi igual de creíble. En resumidas cuentas: que lo que podía haber sido una historia aceptable, con una buena ambientación —al margen de las conductas de los protagonistas—, se queda en nada por culpa de una trama extraña, precipitada e increíble, donde todos los detalles de documentación se difuminan por culpa de los errores de caracterización, las escenas repetitivas e inútiles y el vacilante ritmo de la narración.

  No pienso caer en la tentación, no pienso caer en la tentación... 

 Ni así voy a picar  


Por cierto, me encanta esta frase  :

DeDanna escribió:

Lo que convierte a Norah en la dama más falsamente prometida de toda la historia de las damas falsamente prometidas, en mi modesta opinión.

   

 Déjame la ilusión de creer que no voy a picar

Gracias por la crítica, Geme   

DeDanna escribió:

—en el gran espacio de tiempo que le lleva llegar desde el jardín a la mansión principal—

Mujer, lo mismo había un laberinto de setos, era como el jardín de Versalles, la mansión tenía la puerta principal cerrada y tuvieron que entrar por la de atrás.......   

Spoiler:

      

Tenía este libro apuntado, pero no... va a ser que no. A veces lo mejor es una buena historia sencilla, que no por meterle más líos y giros y "falsos prometimientos" resulta una trama más apetecible

Al menos me he reído con tu crítica     

Lástima, porque me quedo con lo de la buena ambientación, así que quizás me anime con otro libro de la autora

Gracias por la crítica     

Un besote

mavero7 escribió:

Ejemplos:

Serán anuncios subliminales, cómo los de Coca-cola en el cine  
¿No quieres comprarte unas botas o un reloj, tras leerlo?  

    

mavero7 escribió:

Pepa, creo que este libro no te va a gustar Es más debería haber sido propuesto para el destripaneuronas, a ver si así nos echábamos unas risas   

Debo decir que he picado, he caído en la tentación, lo he leído y Danna, te quedas muy corta con la crítica

La trama es extraña, creo que están todos y cada uno de los clichés de la novela romántica regencil, imaginables y más. Sí estará muy bien ambientada, con marcas de relojes, tabaco, perfumes, la fecha en que los hermanos Grimm publicaron su versión de Caperucita..., pero si interrumpe con tantas descripciones momentos claves de la historia a mí me saca de ella, sobre todo cuando el argumento es tan raro.

Ejemplos:

No tengo palabras para ese final

Esta mañana no tenía mucho que hacer así que me senté a empezar la novela, creo que llevaba unas treinta páginas cuando me quedé dormida y esta tarde me he enfrentado a él con un café muy cargado y me ha costado mantenerme despierta

Pues no me tenías que convencer después de la opinión de Danna, Mavero, ... pero has dado fuerza a mi determinación de no leerlo.... estoy un poco de bajón lector y necesito cosas que me animen a seguir leyendo, que últimamente casi todo lo que leo es más de lo mismo     

Un besote

Lo que me he reído con la crítica  , también la tenía apuntada en pendientes, cuando le toque el turno, tal vez me anime aunque sea para reirme un rato