Aquello se convertiría en una batalla de voluntades


Simon no podía recordar a nadie que hubiera puesto en duda su autoridad en
toda su vida. Era un De Burgh y su honor jamás había estado bajo
sospecha. Así que la tensión fue inevitable cuando unos forajidos
interceptaron su comitiva y descubrió que su cabecilla era una mujer.


En Campion, su palabra era ley y por eso mismo la cosa se complicó cuando
descubrió quién era aquella mujer y le ordenó rendirle vasallaje.
Arguyendo que era su padre y no ella quien debía vasallaje al hermano de
Simon, Bethia se lo negó.


Está mujer no puede ser real ... Esa era la letanía repetida por Simon de
Burgh, cada vez que ponía los ojos en Bethia Burnel. Dotada de gran
pericia, capaz de enfrentar a cualquiera de sus caballeros, la
desesperante mujer había cambiado su visión de cómo debería ser el mundo
¡y capturado su corazón en la batalla!


Su inquebrantable serenidad consiguió sacar de quicio a Simon, que terminó
amenazándola con llevársela a hombros si insistía en desobedecerle.
Ella le contestó con una carcajada incrédula… el duelo era inevitable.


Simon de Burgh era irritante, con su poder y convicciones machistas,
emparejados cuando Bethia lo amarró de manos y pies, en su guarida, en
lo profundo del bosque. Pero ella estaba decidida a probar a aquel
arrogante que era capaz de derrotarlo otra vez… a pesar del estribillo
atronador de su corazón, de que ella finalmente ¡había encontrado un
hombre a su altura!