Una hermosa y aristocrática mujer se une en matrimonio con un audaz y apuesto aventurero. Desde el inicio, la relación conyugal se perfila como ardiente y explosiva. Shanna no está dispuesta a dejarse avasallar por el impetuoso Ruark. Sin embargo, no imaginan que la pasión que les consume tendrá, también, que arrastrar terribles peligros y aventuras en dos continentes. Desde el Londres del siglo XVIII hasta las húmedas plantaciones del Caribe, pasando por mares infestados de piratas sanguinarios, Shanna y Ruark asumirán sin vacilar el vertiginoso destino de su peculiar historia de amor y la llevarán hasta sus últimas consecuencias...

¿Qué aficionada al género romántico no ha oído alguna vez mencionar esta novela? Es de las que siempre se tienen pendientes por leer hasta que al fin se decide que ha llegado el momento. Forma parte de esas novelas románticas para las que no pasa el tiempo, a diferencia de algunas novelas de otras autoras como Johanna Lindsey o Jude Deveraux, que no han envejecido tan bien. Pero es que esta novela, guste más o menos su protagonista femenina, es uno de los paradigmas de la novela romántica de aventuras, porque lo tiene todo: unos protagonistas con carácter, villanos malvados, aliados inesperados, paisajes paradisíacos, aventuras, pasión, celos, viajes, piratas, sorpresas, crímenes, misterio... y una historia de amor inolvidable.

La ambientación es magnífica en cualquiera de los lugares en los que se desarrolla, te introduce totalmente en la historia. Puede que parte de su encanto radique precisamente en la diversidad y la variación de los lugares donde se desarrolla la historia, desde Londres hasta las islas caribeñas. Pero también es una novela con unos personajes maravillosos y aventuras que enganchan a la trama desde el principio, desde la descabellada boda hasta la convivencia entre piratas. Para llegar a las últimas y emocionantes cien páginas donde se van desvelando asuntos pasados, capítulos que me han mantenido enganchada a la historia, intentando no adelantarme a la lectura. Es una novela llena de emoción, con un punto de misterio por el pasado de Ruark, y muy entretenida.

Shanna tiene un año para encontrar un marido con un buen apellido o lo elegirá su padre, así que trama un plan arriesgado: buscar a un preso condenado y llegar a un acuerdo para casarse con él y regresar a casa como una viuda. Shanna es una toda una protagonista, de esas que tienen un carácter indomable, o la amas o la odias, pero no causa indiferencia. En mi caso, soy de las que la admira. Es una caprichosa niña mimada, arrogante, impetuosa y con carácter, cuya famosa belleza es conocida fuera de la isla. Y debe recorrer mucho camino para pasar de ser la chica caprichosa a la que sólo le importa conseguir sus objetivos, hasta convertirse en la mujer capaz de luchar ante todos por amor. Shanna es un personaje increíble, amado y odiado, pero a mí me ha encantado descubrir cómo va madurando capítulo a capítulo, cómo se va enamorando de Ruark sin quererlo, enamorándose del hombre que es. Tiene una clara y marcada evolución en la que va creciendo como persona en el camino. Esa es Shanna.

Ruark Beauchamp. De él sólo se puede decir que es el protagonista perfecto, incluso sus defectos le hacen más irresistible. Un hombre al que el destino maneja a su antojo, castigándolo y salvándolo en el último momento. Pero su peor prisión no es la que tiene cuatro paredes ni la que le mantiene esclavizado, su verdadera prisión tiene nombre de mujer. Está encadenado al amor de Shanna, condenado a amarla, porque ella enciende un sentimiento dentro de él desde su etérea aparición en su celda, cuando él está desprevenido. Y lo que tiene que sufrir por amor el pobre Ruark a partir de entonces. Puede parecer que se deja manejar por ella y sus caprichos, pero en realidad es el único hombre que sabe cómo tratarla sin caer en elogios de pretendiente enamorado. El único capaz de conseguir su amor, algo que muchos han intentado en vano. Ruark es un protagonista inolvidable, valiente, fuerte, inteligente, ingenioso, auténtico, de los que hay pocos. También tiene un pasado misterioso, de él se conoce muy poco, incluso hay un momento que él no recuerda, no sabe qué ocurrió con la mujer que supuestamente él asesino. Ruark es un enigma que es un placer descubrir.

Historias de amor como esta, de las que hacen suspirar, hay pocas. Su relación tiene un comienzo curioso. El primer encuentro entre Shanna y Ruark es impactante, casi poético, y no es de extrañar que Ruark quede hechizado ante esa visión en sus circunstancias. Pero Ruark se siente engañado con razón y jura que hará que ella cumpla su parte del pacto, pues él accede al matrimonio, pero ella no le permite consumarlo tal y como habían acordado. Pero los remordimientos atacan a Shanna hasta el punto de que la única forma de encontrar la paz de espíritu es cumplir su parte del pacto. Aunque eso no será suficiente para ninguno de los dos. El deseo aparece desde el día de su boda, pero su amor va naciendo y creciendo poco a poco, y es tan fuerte que lo supera todo, ambos protagonistas están dispuestos a defenderlo a cualquier nivel. La química entre ellos es genial, y los dos protagonistas, inolvidables. Entre ellos hay algunas escenas preciosas y románticas que me han gustado mucho. Hay muchos obstáculos entre los dos, algunos internos e interpuestos por ellos mismos. Es cierto que al principio Shanna rechaza sus propios sentimientos, pero cuando los asume lucha por ese amor.

Es una historia con muchos personajes secundarios y de todo tipo. Desde el padre de Shanna, que también evoluciona de una forma entrañable, hasta Pitney, un personaje que me ha conmovido a medida que se le va conociendo. Pero hay muchos otros que van apareciendo a lo largo de la historia, sobre todo en la parte final. Amigos y enemigos, aliados y villanos; pero todos ayudan a fortalecer el amor de Shanna y Ruark de manera indirecta.

Ha habido momentos en que leía intentando no adelantarme a la lectura, tan enganchada estaba. La novela está dividida en dos partes de las cuales me ha gustado más la segunda, que es cuando Shanna empieza a aceptar su relación y a madurar, también es cuando empiezan las verdaderas aventuras del joven matrimonio. Pero la parte final me ha encantado después de todo lo que pasan ambos para llegar a ese punto. Es el momento en que empiezan a resolverse ciertas incógnitas. Y tiene un epílogo corto pero tan bonito que queda impresa toda la belleza de la historia.

Es una historia preciosa que me ha enganchado desde el principio, y es bastante larga. Con algunas escenas que dan giros inesperados a la trama de las que no me he podido despegar. Shanna y Ruark son una pareja inolvidable, completa, y su historia de amor también, llena de pasión tanto en su amor como en sus discusiones. Puede que Shanna no tenga el carácter dócil de una protagonista típica, pero a mí ella me ha gustado, y con todas las aventuras que viven Shanna y Ruark se compensan los momentos en los que dan ganas de estrangularla. Es una de las obras memorables de Kathleen Woodiwiss, y una novela cautivante que no deja indiferente, una de las joyitas de la novela romántica por derecho propio.