—Soy diferente a ti —repitió, como si fuera el tema central de su vida.
—No, no lo eres.
Debido a que necesitaba convencerla y no se le ocurría una forma mejor de probar que tenía razón, tomó su mano, la metió bajo la manta y la puso sobre su polla. El contacto hizo que se estremeciera de placer, sus caderas corcovearon, pero le recordó a su libido que estaba haciendo esto para mostrarle a ella exactamente lo diferente que era.
Él la guió hasta su lengüeta, al lugar en la base que era ligeramente desigual.
—¿Sientes eso?
Durante un momento dio la impresión de que ella estaba tratando de controlarse, como si estuviera luchando contra la misma corriente erótica que él.
—Sí…
El tono ronco que le imprimió a la palabra provocó que su columna vertebral se elevara y retrocediera, haciendo que su erección se deslizara dentro de la palma de ella. Su respiración se hizo más rápida, el corazón comenzó a martillearle en el pecho y su voz se hizo más profunda.
—Esto se fija en el sitio, cuando yo... cuando yo me corro. No soy como nada que hayas tenido antes.
Mientras lo exploraba, Rehv intentó mantenerse quieto, pero el poder que circulaba por su cuerpo debido a la alimentación, agregado al lugar donde se encontraba la mano de ella, demostró ser demasiado excitante. Se movió contra su mano, arqueándose en su regazo, sintiéndose extrañamente a su merced.
Lo cual constituyó otra enorme fuente de excitación.
—¿Es por eso que te retiraste de mi interior? —preguntó ella.
Rehv se lamió los labios de nuevo, recordando la sensación de su centro rodeándole...
El Escalade pasó por encima de un bache de la carretera y repentinamente él recordó que el oscuro refugio de la parte trasera del SUV era sólo semi–privado: de hecho no estaban, realmente, solos.
Pero Ehlena no quitó la mano.
—¿Fue ese el motivo?
—No quería que supieras nada de esto. Yo quería… ser normal para ti. Quería que te sintieras segura cuando estabas en mi compañía... y quería estar contigo. Ahí tienes el motivo de las mentiras. No tenía intención de enamorarme de ti. No quería esto para ti...
—¿Qué has dicho?
—Yo… yo estoy enamorado de ti. Lo lamento, pero es lo que siento.
Ehlena se quedó tan callada, que le preocupó que en su delirio hubiera malinterpretado seriamente todo lo que había ocurrido entre ellos. ¿Acaso habría proyectado en su rejilla emocional aquello que la parte débil de su ser necesitaba encontrar?
Pero entonces ella bajo la boca hasta la de él y susurró:
—Nunca más te escondas de mí. Te amo tal y como eres.
Un torrente de gratitud y santa mierda y Oh Dios mío y gracias, maná caído del cielo anuló toda lógica, y Rehv subió la mano en su busca y sujetándole la cabeza con cuidado la besó. En ese momento, no le importó una mierda que hubiera complicaciones muy por encima y más allá de su control, cosas que sabía que los separarían otra vez con la misma certeza con que sabía que el ardiente sol se elevaría al final de la noche.
No obstante, ser aceptado… ser aceptado y amado, siendo simplemente él, por la persona que él amaba a su vez, era una alegría demasiado grande como para que la fría realidad pudiera hacerla zozobrar.
Mientras se besaban, Ehlena comenzó a mover la mano bajo la manta, subiendo y bajando la palma a lo largo de su duro pene.
Cuando intentó apartarse, ella le volvió a capturar la boca con la suya.
—Sshh... confía en mí.
Rehvenge sucumbió a la pasión, montando la ola que ella convocó en su cuerpo, dejando que hiciera lo que quisiera con él. Intentó mantenerse quieto, no queriendo que los demás se enteraran, y rogó que al menos los dos que estaban sentados en los asientos que había justo delante de los suyos se hubieran dormido.
No pasó mucho tiempo antes de que sus pelotas se tensaran y sus manos se afianzaran sobre el cabello de ella. Jadeando contra su boca, él empujó con fuerza una última vez y se corrió abundantemente, empapando la mano de ella, su estómago y la manta.
Cuando el contacto de su mano se desplazó hacia abajo, hasta su lengüeta y tanteó la extensión, él se quedó inmóvil, rogando para que no sintiera repugnancia por la forma en que estaba constituido.
—Quiero sentir esto dentro de mi —gimió ella contra sus labios.
Cuando logró comprender sus palabras, el cuerpo de Rehvenge explotó en un nuevo orgasmo.
Joder... no podía esperar a llegar a donde quiera que fueran.