Bueno... para hacerlo interesante ... es de un libro que no he leído, de una autora (bajo este seudónimo ) que tampoco he leído

—Supongo que el caso en que estoy trabajando me tiene un poco alterada. —Estudió el papel dorado y el pomposo lazo del paquete que sostenía con más recelo que placer—. No conozco a nadie que tenga por qué enviarme nada.
—Hay una tarjeta —señaló AMIGA—. Si la abres, a lo mejor te enteras.
—Muy graciosa. —XX extrajo la tarjeta de su dorado sobre. «XY.» .AMIGA leyó el nombre por encima del hombro de xx y lanzó un silbido.
—¡No será el famoso XY, el XY increíblemente rico, asombrosamente guapo y misteriosamente sexy que es dueño de aproximadamente el veintiocho por ciento del mundo. Lo único que sentía XX era irritación.—No conozco a otro.
-Lo conoces. —AMIGA puso los ojos en blanco—. Te he subestimado miserablemente, XX. Cuéntamelo todo. ¿Cómo, cuándo, por qué? ¿Te acostaste con él? Dime que sí, que lo hiciste, y luego cuéntame todos los detalles.
-Desde hace tres años tenemos un secreto y apasionado idilio durante el cual he alumbrado un hijo suyo que está siendo educado por monjes budistas en el lado oculto de la luna. -Con el entrecejo fruncido, XX agitó el paquete—.Bájate de las nubes, AMIGA. Se trata de un asunto relacionado con uno de mis casos. -Antes de que su amiga pudiera abrir la boca, añadió—: Es confidencial.
AMIGA no se molestó en poner de nuevo los ojos en blanco. Cuando XX decía confidencial, ni con zalamerías ni con súplicas conseguías sacarle nada.
-Vale, pero lo que sí podrás decirme es si al natural resulta tan atractivo como en foto.
-Mejor aún —murmuró XX.
-Vaya, ¿es posible? —gimió AMIGA, y se dejó caer en el sofá—. Creo que acabo de tener un orgasmo.
-Tú sabrás. —XX dejó el paquete sobre una mesa y lo contempló con ceño. ¿Cómo se enteró de dónde vivo? La dirección de un policía no se consigue del directorio sin más ni más. ¿Cómo se enteró? —repitió en voz baja—. ¿Y qué pretende?
-Por Dios, XX, ábrelo de una vez. Probablemente, se habrá encaprichado de ti. Hay hombres a los que les van las mujeres frías, desinteresadas y discretas. Las toman por seres enigmáticos y profundos. Seguro que son diamantes -dijo AMIGA, impaciente. - Un collar. Un collar de diamantes. O tal vez de rubíes. Los rubíes te sientan de maravilla.
XX desgarró el costoso papel, apartó la tapa de la caja y metió la mano.
-¿Qué demonios es esto?
Pero XX ya lo había olfateado y, muy a su pesar, ya había comenzado a sonreír.
-Es café —murmuró, sin darse cuenta de la suavidad con que lo dijo. Tomó la sencilla bolsa marrón de manos de su compañera.
-Café. -AMIGA la miraba con desilusión-. El tipo tiene más dinero que Dios, y sólo se le ocurre mandarte una bolsa de café.

Besotes
Juana

peligro tentador de eileen wilks

Nop...

Besotes
Juana

ni idea..

Son Eve Dallas y su amiga Mavis, el café se lo envió Roarke

"Una muerte desnuda " ,el primer libro de la saga " Ante la muerte " de J.D.Robb ( Nora Roberts ).

¡¡Perfecto Rhyssa!!
Tu turno...

Besotes
Juana

ya decia yo que me sonaba lo del cafe

tanara escribió:

ya decia yo que me sonaba lo del cafe

Amó a Roarke .....en cuánto lei la escena, me di cuenta de quienes eran

Cuándo vuelva a casa pongo una escena

Si Reina, es Llanto de pasión

ya conozco a la Schone sin leerme los libros!!!

a ver ahora que os pongo!!

Falsamujer se había quedado mirando mientras él saltaba al suelo y comenzaba a hablar con el posadero al tiempo que los mozos corrían a cambiar los caballos. Era alto, de hombros anchos y el físico musculoso de un deportista: una figura que resaltaba con aquellos pantalones ajustados visibles bajo su chaqueta cuando se dio la vuelta para ver el progreso de los mozos. El sol de primera hora de la mañana barnizaba su pelo oscuro y espeso y le daba un tono castaño que iluminaba sus rasgos duros. Falsamujer había contenido la respiración y de pronto, como si se sintiera inquieto por su escrutinio, el hombre la había mirado directamente. Había sido un momento extraordinario. Falsamujer se había quedado helada, la brisa le había pegado el camisón al cuerpo y había agitado los mechones de pelo plateado que, por una vez, llevaba suelto. Fue como si estuvieran a pocos pasos de distancia mientras el hombre le mantenía la mirada deliberadamente durante lo que le pareció una eternidad. Entonces sonrió, sus dientes blancos resaltaron sobre su piel morena y él levantó una mano en un gesto casual para saludarla antes de darse la vuelta. Falsamujer cerró la ventana de golpe y sintió que se le encendían las mejillas por la vergüenza. Y fue más tarde, estando en el pueblo, cuando oyó que el ilustre visitante no era otro que el conde de Margrave…

Falsamujer se dio cuenta de que se había quedado mirando a la calle vacía. Un torrente de calor recorrió su cuerpo al recordar el encuentro. Jamás su vida en la escuela se había visto tan alterada. Acostumbrada a buscar una explicación racional a todo lo que le sucedía, Falsamujer era incapaz de explicar aquella compulsión que la había llevado a fijarse en Margrave ya quedarse mirándolo de aquella manera tan descarada. Ni qué le habría llevado a él a observarla allí de pie, en camisón. Pensó entonces que no habría peligro de que la experiencia se repitiera. Hermanagochona se lo había asegurado. Lo cual, como le decía una parte de su mente, era una pena, aunque tal vez lo mejor.

no me sale... lo tengo en la punta de la lengua!!!

no me suena

Falsa cortesana de Nicola Cornik

y Mau regreso!!!

si!! es ese libro!!!...los motes que puse eran para guiaros

Sigo:

-Ah, pero bueno. Si se está quedando dormida de pie. -dijo Brenna comprensivamente, colocando una gruesa taza azul de té en las manos de XX-. Súbasela arriba y échese un rato. Le encenderé el fuego aquí abajo.
-Lo siento, pero parece que no puedo concentrarme.
-Se sentirá mejor cuando descanse. Le dejo mi número aquí, al lado del teléfono, por si necesitara algo. Mi familia está apenas a un kilómetro de aquí, mi madre, mi padre y mis cuatro hermanas. Así que si necesita algo, sólo tiene que llamar o pasarse por la casa de los UNOS.
-Sí, yo... ¡cuatro hermanas!
Brenna volvió a reírse mientras llevaba a XX de nuevo por el pasillo.
-Bueno, mi padre siguió esperando un niño, pero así son las cosas. Está rodeado de hembras, hasta la perra. Venga, suba arriba.
-Muchísimas gracias. En serio, normalmente no suelo estar tan... confusa.
-Bueno, no se cruza el océano todos los días, ¿verdad? ¿Desea algo antes de que me vaya?
-No, yo... -se apoyó en el pasamanos y pestañeó-. Oh, se me había olvidado. Había una mujer en la casa. ¿Adónde ha ido?
-¿Una mujer dice? ¿Dónde?
-En la ventana. -se tambaleó, casi derramó el té y sacudió la cabeza para despejarse-. Había una mujer en la ventana de arriba asomándose cuando llegué aquí.
-¿Estaba allí ahora?
-Sí. Una mujer rubia, joven, muy linda.
-Ah, sería Lady TRISTE, -Brenna se dio la vuelta, dirigiéndose a la sala de estar, y encendió el montón de turba-. No se deja ver ante cualquiera.
-¿Adónde ha ido?
-Oh, imagino que sigue aquí. -satisfecha de que la turba prendiera, se incorporó sacudiéndose las rodilleras del pantalón-. Lleva aquí trescientos años. Lo toma o lo deja. Es su fantasma, señorita XX.
-¿Mi qué?..
-Su fantasma. Pero no se inquiete por ella.
No va a hacerle ningún daño. Su historia es triste y se la contaré en otro momento cuando no esté tan cansada.
Le resultaba difícil concentrarse. XX deseaba desconectar su mente y también darle un descanso a su cuerpo, pero parecía importante aclarar ese punto.
-¿Me está intentando decir que la casa está encantada?
-Claro que está encantada. ¿No se lo había dicho su abuela?
-No creo que me lo mencionara. Me está diciendo que creen en los fantasmas.
-Bueno, ¿la vio o no la vio? Ahí tiene la prueba -dijo Brenna, arqueando las cejas, cuando XX únicamente había fruncido el ceño-. Échese una siesta y, si se levanta más tarde, baje al pub CUALQUIERA y la invitaré a su primera pinta.
Demasiado perpleja para contestar, XX simplemente negó con la cabeza:
-No bebo cerveza.
-Oh, vaya. ¡Puñetas, es una pena! –dijo Brenna en un tono sincero y sorprendido-. Bueno, que tenga un buen día, señorita XXAPELLIDO.
-Llámame XX. -murmuró, sin poder hacer otra cosa más que mirarla fijamente.
-Pues, XX -Brenna esbozó una preciosa sonrisa y salió por la puerta hacia la lluvia.
La casa está encantada, pensó XX, mientras empezó a subir por las escaleras, dándole vueltas lentamente la cabeza, flotando a varios centímetros por encima de los hombros. Son disparates irlandeses descabellados. Bien sabía Dios que su abuela estaba llena de cuentos de hadas, pero sólo se trataba de eso. Cuentos.
Pero ella había visto a alguien... ¿no?
No, la lluvia, las cortinas, las sombras. Dejó el té que aún no había probado y consiguió quitarse los zapatos. No había fantasmas. Sólo una bonita casa en una colina encantadora. Y la lluvia.
Cayó bocabajo en la cama, quiso echarse la manta por encima, pero se quedó dormida.
Y soñó con una batalla, que se libraba en una colina verde, donde la luz del sol brillaba en las espadas, como si de joyas se tratara, con hadas danzando en un bosque donde la luz de la luna yacía como lágrimas posadas en las hojas, y con un profundo mar azul que latía como un corazón contra la orilla expectante.
Y en todos los sueños, el sonido del llanto ahogado de una mujer se repetía incesantemente

nop , ni idea

pricesa escribió:

nop , ni idea

Idem

Joyas del sol (Nora Roberts)

Muy bien Ampa, iba a poner otro trozo pero no fue necesario

El abogado se adelantó.

—Su Gracia, debo advertirle que…

—Fuera —gruñó Tío bueno.

—No…

—Por favor, sir John —dijo inesperadamente ella con voz tirante—, soy muy capaz de librar mis propias batallas. —Para sorpresa de Tío bueno ella acompañó al abogado a la puerta del despacho y lo hizo salir.

—Ciérrela.

—Eso pretendo —dijo ella, quejándose—. Verdaderamente me parecía que no deseaba que nadie escuchara su ignorante cháchara.

A pesar de las audaces palabras y de la puerta cerrada, listilla tenía el rostro bastante demudado. De no haber sido por el inconfundible fuego y la furia que mostraban sus ojos, Tío bueno habría puesto fin a su ofensiva. Darse cuenta de aquello le sorprendió. El inminente hundimiento de su oponente era, por lo general, señal para ir a degüello.

—Estábamos discutiendo la diferencia entre las graduadas de una academia para señoritas y… las actrices, por llamarlo de algún modo.

—¿Por qué no decir lo que piensa? Encuentro las insinuaciones tediosas y el recurso al que se aferran las mentes simples.

Así que ahora él era un bobo. Tío bueno cruzó el cuarto hacia ella.

—Putas, entonces —dijo él con toda claridad.

—Ja. —Aunque tenía las mejillas teñidas de color, se mantuvo firme—. Ha echado por tierra su propio argumento una vez más. Obviamente, Su Gracia, no tiene la suficiente gente a su alrededor para que le informen de cuándo dice estupideces.

Tío bueno no lograba recordar la última vez que alguien se había atrevido a insultarle de un modo tan directo. La ira corrió por sus venas, acompañada de una sensación más oscura e igualmente ardiente. Santo Dios, deseaba tenerla debajo suyo.

—Le ruego que se explique —dijo rechinando los dientes, preguntándose si ella se daba cuenta del enorme peligro en que se encontraba.

—Con mucho gusto. Usted ha insistido varias veces en que la única raison d'être de la academia es producir esposas, presumiblemente para usted y sus pares. Los hombres de su posición, seamos francos, no se casan con putas. Por lo tanto, mi colegio no produce putas.

—Una flor, dulcemente perfumada o pudriéndose en un montón de basura, sigue siendo una flor.

—Es una lástima que no pueda distinguir lo uno de lo otro. Una ciénaga apestosa, al igual que un campo fértil, son ambos pedazos de mugre, pero me inclinaría a pensar que usted, como terrateniente, los encontraría más diferentes que similares.

—Como si una mujer conociera la diferencia entre el fango y el estiércol de vaca de no ser por el olor.

Listilla arrugó la nariz, aunque él no pudo estar seguro de si la expresión se debía a él o a su alusión.

—Mejor de lo que usted puede distinguir a una puta de una dama, obviamente. —Se plantó las manos en las caderas.

Tío bueno la estudió por un momento, la lujuria que sentía por esa enérgica mujer pugnaba con su exasperación por que ella se atreviera a pensar que podía discutir de igual a igual con un duque… aunque estaba haciendo una buena demostración de ello.

—¿Le gustaría apostar sobre eso? —le preguntó.

Ella parpadeó.

—¿Qué?

pero quiero leerla

tanara escribió:

pero quiero leerla

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