La diosa de mi tormento – Nuria Llop
Sinopsis:Que a Julián le atacaran unos malhechores en plena noche de carnaval podría ser lo mejor que le ha ocurrido en la vida. Su destino queda sellado cuando una figura femenina enmascarada acude en su ayuda. Pese al antifaz que oculta el rostro de la mujer, Julián queda cautivado por sus ojos, así como por su valentía. Antes de desaparecer ha dicho llamarse Diana. ¿Cómo podría encontrarla otra vez?
Catalina de Velasco no es indiferente a los juegos amorosos pero prefiere que sigan siendo eso: juegos. No quiere un marido ni lo necesita. El que fue su primer amor, Felipe, ya le enseñó todo lo que quería de los hombres. Ahora, Felipe reaparece en su vida, y aunque sus besos son sugerentes no consiguen encender la llama del deseo en su cuerpo. Eso solo le ocurre en presencia de otro hombre: Julián. El problema es que Catalina ya tuvo un encuentro con él, amparada bajo una identidad falsa. Para seducirlo tendrá que decidir si quiere ser ella misma... o si prefiere desplegar sus habilidades como la implacable Diana.
Todo se complica cuando Julián es acusado de asesinato y encarcelado, lo que pondrá en marcha la maquinadora mente de Catalina.
Opinión personal
Esperaba ansiosa esta historia. Uno de los secundarios que me llamaron la atención al leer «La joya de mi deseo» fue precisamente el de Catalina, la atípica y manipuladora joven que hace de casamentera entre Luisa y Álvaro, así que cuando me enteré de que no tardaría mucho en poder leerla, ya os podéis imaginar lo contenta que me puse.
Como lectora tengo mis gustos personales y creo que ya he comentado en reiteradas ocasiones que cierto tipo de novelas, que cuentan con un vocabulario acorde a la época, con un toque añejo, ambientación nacional y protagonistas arrojadas, encajan perfectamente. Soy amante de la romántica histórica y, pese a que seguramente hay muchas autoras extranjeras que hacen uso de ese lenguaje, es en ciertas escritoras nacionales donde más acusado lo encuentro. ¡¡¡Y me encanta!!!
Es posible que su lectura no sea tan ligera como otras, pero yo disfruto al encontrarme con ese tipo de narración… cada cual tiene sus manías y sus preferencias y, ésta es una de las mías.
Catalina es una joven de armas tomar. Ya la conocimos en la novela anterior y, si algo se puede remarcar, es que es un personaje totalmente atípico para la época. Es una mujer decidida y arrojada con ideas demasiado modernas para la época en la que vive. Tiene la suerte de contar con una posición social y cierta independencia económica que se lo permite, con el beneplácito familiar que le da un padre algo estricto pero, también de una forma involuntaria, permisivo. Con cabezonería y rebeldía ha estado trampeando la orden familiar de contraer matrimonio, algo en lo que su padre no ceja su empeño, pero que, gracias a la mano suave pero firme de su madre, le ayuda a evitar.
Su objetivo es la independencia. Sabe que en la época que le ha tocado vivir su futuro casi cierto es pasar del ala de su padre al ala de su marido y eso es algo que no quiere. El matrimonio no entra dentro de sus planes, hace tiempo que sus sueños fueron traicionados y, ahora, no tiene ninguna intención de permitir que la voluntad de un hombre gobierne su vida. Cuenta con los medios necesarios y lo único que necesita es tiempo.
Mientras, se divierte de travesura en travesura. En más de una ocasión sus acciones pasan de valientes a inconscientes y arriesgadas, algo que solo puede permitirse gracias a la fidelidad de Antonio, fiel servidor que la protege y oculta sus aventuras.
Tras esa osadía se esconde un personaje más complicado. La seguridad que muestra en su comportamiento poco acorde a una dama esconde una falta de confianza como mujer, quizás por eso es feliz desarrollando aptitudes masculinas.
Catalina me ha gustado mucho. Decidida, valiente, resolutiva, tenaz, algo manipuladora y con cierto toque inseguro que hace de ella un personaje más creíble. A la vez, un poco mandona y muy poco dada a mostrar cariño. No puedo negar que esa cabezonería a no ver lo obvio me ha puesto en más de una ocasión algo nerviosa y me ha costado entender sus reticencias, pero como bien reza el refrán: «no hay más ciego que el que no quiere ver» y quizás el pasado la marcó más de lo que ella misma quiere creer.
Julián es también uno de los secundarios de la novela anterior, con un breve, aunque importante, papel en la historia.
Tras viajar por un tiempo por varias ciudades europeas huyendo de un acto que cometió en el pasado (y que no voy a explicar para no spoilear la novela anterior), ha vuelto al hogar para encaminar su futuro. El panorama que se encuentra no es nada halagador. Su infancia no ha sido sencilla, criado en un entorno violento y marcado por las circunstancias que rodean la prematura muerte de su madre, hecho, junto a otros, que hacen que se sienta muy culpable y poco orgulloso de sí mismo.
Los motivos de los que él mismo tiene queja sobre las decisiones que tomó en el pasado y que ahora le hacen sentirse mal son, posiblemente, lo que le dan más humanidad al personaje, por otro lado, casi sin ninguna tacha, y evita que resulte demasiado perfecto.
Julián, a pesar de ser de menor condición social, es todo un caballero. Me ha gustado ver que el hábito no hace al monje, y en varias situaciones le vemos con un comportamiento mucho más caballeroso que otros de los que, dado su condición, se debería esperar una conducta más noble. Al mismo tiempo, estamos ante un hombre divertido, fiel a sus amigos y totalmente desarmado ante la situación en la que se ve envuelto. Es de esos personajes a lo que en seguida les coges cariño. Está tan perdido con todo lo que le viene encima, que solo le falta Catalina, ese vendaval que viene a agitarle su ya complicada existencia para dejarlo totalmente desorientado.
La historia entre ellos me ha gustado mucho. La forma en la que se conocen me ha parecido muy original y, visualizada al más puro estilo de Morgan Adams en la película La isla de las cabezas cortadas, y a partir de ahí todo se va complicando cada vez más. Catalina no siente ningún aprecio por Julián, del que no guarda buenos recuerdos pero, por amistad a Luisa y Álvaro, tomará las riendas del asunto y entre todos harán lo imposible para solucionar la grave situación en la que Julián se ha visto inmerso.
La relación que surge entre ellos es de las que me gusta disfrutar, de las que nacen poco a poco, atravesando diferentes etapas, partiendo de una situación en la que ambos, aunque por diferentes motivos, están forzados e intentan evitar. Escenas divertidas provocadas por la arrolladora personalidad de Catalina, con algunas escenas de los más trepidantes, conversaciones divertidas, irónicas y picantes (Catalina es toda una descarada) y otras tiernas en las que se confiarán sus secretos.
La posición de Julián es muy complicada y, a medida que nos adentramos en la trama, se va complicando cada vez más, formando una historia, bien ideada y trepidante, con un ritmo ágil que no decae.
El elenco de secundarios con los que Nuria que acompaña a esta pareja es notable, perfectamente dibujados y cada uno con un papel determinado en la historia que ayuda a la autora tanto a perfilar la trama como a delinear los otros personajes.
Especial mención, sin duda, a ese marqués estirado de nombre Felipe, sin olvidar a la pareja formada por Eugenia y Jorge, Luisa y Álvaro y, sin dudarlo, a Doña Caridad de Velasco, quien en su casa dirige desde la sombra.
«La diosa de mi tormento» es una novela con la que he disfrutado mucho. Tiene una trama que atrapa, bien documentada y escrita de una forma cuidada, con un estilo que a mí me gusta mucho. Mantiene un buen ritmo en todo momento y la autora sabe jugar con los personajes, desvelando información sobre ellos en el momento oportuno y engañando al lector en más de una ocasión.