desde el principio está enamorado de la protagonista, y su amor no era correspondido
Tienes toda la razón, es una historia que rompe con el carácter "cómico" de la serie.

Lucy es una pavisosa acomplejada por su amiga guapa
Hermione es lo más soso que hay, y eso sin tener en cuenta su tendencia a "vibrar" , que debería hacérselo mirar.
Gregory no tiene excusa. Es idiota sin más

3'5 Estrellas, pero ha sido un libro de Julia Quinn y no podía pedirle menos. Hacía mucho tiempo que quería leer un libro de Regencia de la buena, como lo digo yo, y ha tenido muchos de los ingredientes que me gustan en este tipo de historias.

Creo que únicamente destacaría dos cosas que no me gustaron del libro, y fue el inicio, ese instalove juvenil, que no es tan juvenil, ni hay quien se lo crea. Robert es conde y heredero de un marqués, y tiene 24 años ¡24! No estamos hablando de un chaval de 16 o 17 que está en Eton, si no de un hombre, y Victoria, que sí tiene 17. Él estaba pasando una temporada en la propiedad del campo de su padre, y ella es la hija del párroco de la población. Durante ese breve período de tiempo se vieron, se enamoraron y se conocieron. Vale, no me lo creí mucho, pero sí me he creído cómo se ha desarrollado el romance durante el libro.

Otra cosa que no me gustó ocurre pasada la mitad del libro, fue un momento de varios capítulos que se me hicieron algo pesadetes y no me gustaron, pero no voy a comentar en qué consistían para no spoilear.

Como decía, nuestros protagonistas se conocieron y se enamoraron durante un verano, pero obviamente sus familias se oponían a semejante unión; la de ella, porque un hombre de la posición de Robert sólo querría aprovecharse de ella, y la de él porque sólo vería en Victoria a una oportunista y cazafortunas. De modo que tras un desafortunado malentendido, sus caminos se vieron separados.

Han pasado siete años y Robert se ha dado a una vida de libertinaje light (del estilo de Julia Quinn, pues nunca me creo que sus protagonistas sean realmente malos), y Victoria, tras el fiasco que pasó se fue de casa y se empleó como institutriz. Ella está ahora trabajando en casa de unos barones, donde no recibe nada más que desprecio y humillaciones, pero esta familia va a dar una fiesta, y lo que nunca creyó Victoria, es que Robert sería uno de los invitados a esa fiesta.

Sus caminos volverán a juntarse, pero su relación será bastante tumultuosa y desconfiada al principio. Aunque la primera parte del libro me resultó algo dura para tratarse de un libro de la Quinn, tiene momentos realmente divertidos que sólo su toque humorístico sabe dar. Y sobre todo, hay una cosa que me encanta encontrar en este tipo de historias, y es que después de ver al protagonista pasarse de la raya o portarse mal con ella, descubra lo que realmente ocurrió, y luego se humille y se arrastre suplicando su perdón, pero que ella no se lo pondrá nada fácil.

Los protagonistas me han gustado mucho, sobre todo Victoria, para tratarse de la hija de un párroco no es nada mojigata, y es una joven que se labra su propio futuro con la independencia que eso podía darle en ésa época y siendo mujer. En cuanto a Robert, sí, me ha gustado mucho, pero su personaje me ha costado más creérmelo, primero por ese enamoramiento tan repentino y sin sustancia, luego por una cosa que hace y que no me gusta y me cuesta creerme ese cambio en él, pero en general no me ha decepcionado, pues es un hombre de la Quinn, y un hombre enamorado, para más inri.

Ha sido una lectura revigorizante para la escasez de romántica de la buena que estamos sufriendo por parte de las editoriales. La recomiendo si eres fan de Julia Quinn, o simplemente si te gustan las novelas románticas de Regencia. Por otro lado, no tardaré mucho en leerme el segundo libro de esta serie, el de Ellie, la hermana pequeña de Victoria.

4 Estrellitas. Tenía ganas de leer un buen libro de Regencia, y Julia Quinn siempre es una apuesta segura, aunque los tiene mejores y peores. 

Hace no mucho leí el primer libro de las hermanas Lyndon, y aunque me gustó, me faltó algo, la Quinn en esencia pura, pero fue un libro duro y a la vez algo extraño que no me terminó de cuajar. Ahora he leído el libro de Ellie, la hermana menor de Victoria, y debo decir que no me ha decepcionado para nada. Ellie apuntaba maneras en el primer libro, y lo consiguió, pese a que la Quinn no ha profundizado lo suficiente.

La única carencia que puedo darle a éste libro es ésa, falta de profundidad. Podría haber sido una historia más redonda. Otro inconveniente, y esto es subjetivo, es que todo, todo, todo, es muy predecible, ha fallado el factor sorpresa, porque casi cada cosa que ocurría me la veía venir, y bueno, me gustan más los argumentos rebuscados que no sepas por dónde va a ir la cosa, éste libro tiene ingenio cero.

Pero, estamos ante una historia Quinn, rápida de leer, ligera, de fácil enganche, y sobre todo: fresca y divertida como sólo ella sabe darle su propio toque. El resto, ha sido gracias a sus protagonistas.

Ellie y Charles se conocen de una manera un tanto extraña, él borracho perdido, se cae de un árbol... sobre Ellie ¿Cómo había ido a parar a ese árbol? No se sabe, pero la Quinn quería una manera divertida de que nuestros personajes se conocieran. Desde el inicio se ve ésa chispa, ésa química entre ellos que ha durado toda la novela. ¿Y cómo empieza su historia? Él necesita esposa desesperadamente antes de cumplir los treinta si quiere que todo el dinero que viene con el título sea suyo, y Ellie necesita un esposo para salir de un ambiente familiar opresivo, a la vez que para adquirir cierta independencia sobre sus inversiones financieras.

El matrimonio no será fácil en un principio, Charles quiere una esposa inteligente que a la vez no le entorpezca su vida, y Ellie no quiere que él le guste, no quiere enamorarse, pero las circunstancias pronto les harán cambiar de opinión, sobre todo a través de una serie de desventuras que ocurrirán a su alrededor.

En conclusión, un libro simpático y divertido para leerse en un par de tardes, de los que disfrutas cuando los lees porque te enganchan, pero aquellos, que temo que pronto se olvidan.